Prolífico autor de libros de ciencia ficción y divulgación científica, Isaac Asimov nació en 1920. Su genio fue capaz de predecir las videollamadas, el internet y los dispositivos móviles
El 16 de agosto de 1964, el escritor Isaac Asimov publicó un artículo en The New York Times en el que hacía un recuento de su visita a la Feria Mundial de Nueva York. Luego de maravillarse de lo que veía, se lamenta del hecho de que las exhibiciones, alrededor de las que se arremolinaba el público, se reducían a mostrar los avances tecnológicos que habían ido sucediéndose de los inicios del siglo XX a la década de los sesentas, pero no avanzaban hacia el futuro. Así que simplemente inventó una Visita a la exposición universal de 2014, en la que adivina y sugiere cómo sería la vida cincuenta años después. Con la resolución de un pionero de imaginación expansiva, predijo las videollamadas y el internet, los dispositivos móviles e inalámbricos, las televisiones de pantalla plana y en 3D, anunció los aerodeslizadores, las casas submarinas y las ciudades subterráneas cubiertas de huertas urbanas que todavía no se hacen realidad, pero a la vez vaticinó problemas de sobrepoblación y aumento de la desigualdad y la alienación tecnológica con profunda, e inquietante, certeza.
De hombres y robots
Isaac Yudovich Ozimov había nacido el 2 de enero de 1920 en Petrovichi, una localidad rural de la entonces Rusia Soviética. Era parte de una familia de origen judío que llegó a los Estados Unidos en 1923 y se estableció en Brooklyn. Desde niño se aficionó a la ciencia ficción y publicó su primer relato, Abandonados cerca de Vesta (1938), en la revista Amazing Stories. En 1939 se graduó como bioquímico en la Universidad de Columbia, y al ser rechazado de la carrera de medicina, hizo un posgrado en química del que se tituló en 1941. Contrajo matrimonio con Gertrude Blugerman en 1942 y procreó dos hijos.
En 1941 publicó el relato Círculo vicioso, en el que plantea por vez primera el conjunto de normas conocidas como las “Tres leyes de la robótica”, atribuidas a John W. Camp-
bell, editor de la revista Astounding Science Fiction, que inicia la llamada “Edad de oro de la ciencia ficción”, y que los robots de las narraciones de Asimov, en la mayoría de los casos y las circunstancias, están obligados, a fuerza de diseño, a cumplir.
Un guijarro en el cielo (1950) fue su primera novela, y también publicó la colección de relatos Yo, Robot (1950). Con el libro de narraciones breves Fundación (1951), arranca una famosa saga compuesta por el Ciclo de la tierra, la Trilogía del Imperio Galáctico y el Ciclo de Trántor, que entre sus títulos más representativos incluye las novelas Bóvedas de acero (1954), En la arena estelar (1951), y Fundación e Imperio (1952). Además, publicó El fin de la eternidad (1955); La última pregunta(1956) –que postula la idea de “la singularidad”, en la que el hombre y la máquina evolucionan hasta entrelazarse en total armonía–, Los propios dioses (1972); El hombre bicentenario (1976) –en el que se plantea la disolución de las fronteras entre hombres y robots–; y fue autor de libros de divulgación científica como El universo (1966), y de una serie de libros de historia universal en catorce tomos. A la fecha, se calcula que su obra comprende más de medio millar de volúmenes y un aproximado de 90 mil cartas.
Una buena vida
Asimov presentó el primer libro de sus Cuentos completos (1990) con un prólogo en el que afirmaba: “Hace cincuenta y un años que escribo cuentos y aún no he desistido (…) Sin embargo, nadie puede publicar cuentos durante tanto tiempo sin comprender que le queda un tiempo limitado. Como decía la canción: «Para siempre jamás es más breve que antes». Es hora, pues, de publicarlos en forma conjunta”. Pero luego de que apareciera el segundo libro –de los tres que conformaban el plan original–, el proyecto quedó en suspenso cuando Asimov murió en Nueva York el 6 de abril de 1992, a causa de complicaciones cardiacas e insuficiencia renal provocadas por el VIH que había contraído a través de una transfusión sanguínea en 1983.
Dos años después de su muerte, la sicoanalista y escritora Janet Opal Jeppson –con quien Asimov se había casado a fines de 1973, una vez que se divorció de su primera esposa– publicó Yo, Asimov: Memorias, y más adelante editó y publicó Ha sido una buena vida (2002), una biografía condensada de quien también fuera autor del compendio humorístico Asimov ríe de nuevo (1992), en cuyo manuscrito escribió en la página final: “Me temo que el curso de mi vida está llegando a su fin; no espero vivir mucho más (…) No importa lo que me suceda ahora, ha sido una vida feliz y estoy satisfecho con ella. Así que, por favor, no se preocupen por mí, ni se sientan mal. En vez de eso, sólo espero que este libro les haya proporcionado algunas carcajadas”.