El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó el miércoles la ciudad de Ohio que sufrió uno de los dos ataques armados del fin de semana que impactaron al país, incluso pese a que críticos y detractores lo acusaron de inflamar las tensiones con una retórica racista y antiinmigración.
Trump se reunió con sobrevivientes y personal de emergencia en el Miami Valley Hospital de la ciudad de Dayton, Ohio, donde murieron el sospechoso que abrió fuego contra una multitud en la madrugada del domingo y nueve víctimas.
Decenas de manifestantes fuera del hospital exhibieron un globo que representaba a un ‘bebé Trump’ y carteles que decían “Haz algo”, “Salva a nuestra ciudad” y “Tú eres la causa”.
Más tarde en el día, Trump acudirá a la ciudad de El Paso en Texas, en la frontera con México, donde 22 personas murieron baleadas en una tienda de Walmart el sábado a manos de un joven de 21 años que había publicado en internet una declaración contra los inmigrantes.
Las dos masacres, que ocurrieron con una diferencia de apenas 13 horas, reabrieron el debate nacional sobre la tenencia de armas y llevaron a manifestantes a pedirle a coro al gobernador de Ohio, el republicano Mike DeWine, “¡Haga algo!” durante una vigilia para las víctimas.
Cuando salió de la Casa Blanca el miércoles, Trump dijo que quería reforzar los chequeos de antecedentes para la compra de armas y asegurarse de que las personas con enfermedades mentales no puedan adquirirlas.
El mandatario dijo que contará con el apoyo del Congreso para dos medidas relacionadas, aunque no buscará prohibir el derecho constitucional a portar rifles de asalto en Estados Unidos.
Puedo decirles que no hay voluntad política en este momento por el momento”, dijo Trump a periodistas en la Casa Blanca.
Pero ciertamente lo intentaremos (…) hay un enorme apetito, un enorme apetito, para reforzar los chequeos de antecedentes”, sostuvo.