Lleva su acordeón al cielo

El músico falleció en Monterrey a los 66 años a causa de un infarto. El Rebelde del acordeón se hizo popular por interpretar ritmos tropicales y norteños con rock e incluso hip hop

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El Rebelde del Acordeón ya llegó con su cumbia hasta el cielo. Falleció ayer en su natal Monterrey a los 66 años víctima de un infarto, según se informó en un comunicado emitido en conjunto por la familia y La Tuna Group, su compañía disquera.

Su hija Cecilia Piña Ortiz lamentó el deceso desde su cuenta de Facebook. “Papá, te amo con todo mi corazón. Fuiste y serás siempre el mejor del mundo. No tengo palabras para expresar… no sabes cuánta falta me vas a hacer, pero al fin estaré muy agradecida y bendecida por Dios por haberme dado la dicha de estar contigo hasta el último momento. Ahora vas a estar llevando tu música hasta el cielo, donde te faltaba llegar. El cielo está de fiesta”, escribió junto a dos fotografías.

Juanita Ortiz, su esposa, y su hija comentaron en el Hospital San Vicente que el músico ingresó para una revisión y le sobrevino una arritmia con un posterior infarto. Antes de intervenirlo de emergencia, el personal del nosocomio grabó un video que circula por redes sociales. “Hubo un video que no está en nuestras manos. Lo iban a intervenir para la operación. No sabemos todavía (quien lo grabó)”, indicó su hija Cecilia.

La esposa del cantante adelantó que su cuerpo sería incinerado y sus cenizas esparcidas en el rancho Macondo, que era de su propiedad y se ubica en el ayuntamiento de Allende.

Su cuerpo sería velado ayer, a partir de las 19:00 horas en las funerarias Gayosso.

Cecilia manifestó que su padre puso en alto el nombre de Monterrey, y su familia está abierta a la posibilidad de un homenaje. “Honor a quien honor merece”, dijo.

FIEL AL BARRIO

Su muerte tomó por sorpresa a la comunidad musical que compartió escenario y grabaciones con el músico, pues recién había llegado de una gira que lo llevó a EU y en la que lo acompañó su banda, la Ronda Bogotá, y el rapero Pato Machete, por ciudades como Denver, Chicago y Nueva York.

Antes de su deceso, Celso había compartido en sus redes un video de Cumbia sobre el río desde el Auditorio Nacional, junto al exControl Machete, y un anuncio de su presentación en Cadereyta, Querétaro, el 5 de septiembre.

Celso fue un hombre siempre fiel al barrio donde vivió y creció, el cerro de La Campana, una zona brava en la sultana del norte donde van y vienen historias de lo peligroso que es adentrarte sin ningún conocido, donde se mueve mucha maldad y existe lealtad entre los habitantes. Big Javy, vocalista de Inspector y amigo del músico, lo confirmó.

Conozco raza de ahí pero no me he atrevido a subir solo. Una vez me dijo que fuera porque toda la raza lo conoce, pero si voy solo me ponen una tunda”, detalló en entrevista telefónica con Excélsior.

Celso Piña nació el 6 de abril de 1953. Se forjó en la colonia Independencia, donde él y sus hermanos se enamoraron de la onda creciente de la cumbia colombiana, formando un conjunto para ofrecer serenatas. Fue su padre quien le obsequió su primer acordeón, que aprendió a tocar él sólo en los 80.

Desarrolló su amor por el acordeón en el tiempo perfecto, en el que Monterrey no sólo adaptó el vallenato, sino que una generación de vatos con ganas de tocar rock, punk, rap y ska por pura diversión e identidad —ya que la escena estaba centralizada en la ahora CDMX— comenzaron lo que se llamó Avanzada Regia, y los chavos la amaban. Eran Control Machete, Kinky, Jumbo, Zurdok, Plastilina Mosh, El Gran Silencio, entre otros que le viraron el rumbo al Rebelde del acordeón.

Celso tomó la cumbia y la fusionó con toda esa música que para la entonces nueva generación estaba de moda. ¿Qué resultó? El tan celebrado disco Barrio bravo, producido por Toy Selectah y con la participación de Café Tacvba, Blanquito Man, King Changó, Control Machete y Lupe Esparza.

El disco le trajo fama mundial, pero también acababa de nacer el pionero de las fusiones, el hombre que acabó con el estigma de que la música popular no es coolpara los rockeros, los punks o los skankers.

Le hizo ver a la gente en México que el barrio tiene cultura y es muy rico en arte. Él fue intendente de una escuela primaria, imagínense, y llegó a ser quién es. Escaló y representó con tanto orgullo a México con su acordeón. Fue un tipo enamorado de sus raíces y a través de sus rolas lo quiso compartir a todo el mundo. Fue un gran amigo, inspiración, probablemente el último de los outsiders y un verdadero punk”, compartió Camilo Lara en entrevista con Excélsior.

Todos los regios lo voltearon a ver, y los chilangos, de todas partes querían chambear con El Rebelde del Acordeón, muchos le aprendieron y muchos aprovecharon la brecha que abrió en el aparentemente lejano 2001.

Unificó géneros, unificó público, se acabaron prejuicios y los nichos, a partir de los 2000 se abrió por completo y esta apertura lo llevó a presumir la cultura del regiomontano y mexicano”, opinó Flip Tamez, guitarrista de Jumbo.

Llegó a China, Alemania, Inglaterra, Uruguay, Brasil, España y Francia, prácticamente por todo el mundo estuvo con su Ronda Bogotá.

Y llegaron más colaboraciones. Natalia Lafourcade, El Gran Silencio, Laura León, Benny Ibarra, Inspector, la Orquesta de Baja California y hasta Gloria Trevi quiso con él. Celso era más mainstream que cualquier otro porque era simpático, le gustaba comer bien, echarse un trago con amigos y fiestear.

Big Javy le recuerda con mucho cariño cuando llegó a grabar El Año Viejo, para el disco Ska a la carta, de Inspector, y Rockabilly Ronda (Anoche), para el disco del acordeonista Una visión, lanzado en 2003.

Nos dio una tunda y una cachetada con guante blanco. Siempre recordaré su frase ‘música es música’, a él le valía madre si era cumbiero, skanker o metalero, lo que estaba haciendo era música. Nos dio a entender que tocamos distintos instrumentos, pero con el mismo fin y por eso tenemos que estar unidos”, platicó.

El cantante dijo que se quedaron proyectos en el tintero. Además, todos los veían muy sano. Big Javy sólo contó que supo que hace poco estuvo internado, pero salió muy rápido, siempre con una energía y salud impecables.

Ulises Lozano, acordeonista de la banda regiomontana Kinky, reconoce que Piña fue una gran influencia para muchos de los músicos de la Sultana del Norte.

Para nosotros es un artista muy importante en la escena de Monterrey, en particular porque ahí empezó él y nosotros con Kinky, pero su repercusión a nivel internacional siempre fue enorme, tener un representante así tan especial de Monterrey siempre fue para nosotros un honor, una estrella que brillaba a donde iba y que ponía el nombre de la ciudad muy en alto. Fue una influencia importante, porque al tener esa visión de abrirse a tocar en varios géneros, no nada más en la cumbia, sino participar en proyectos de hip hop, de rock (…) eso a mí me dio esa idea de que los géneros deben estar abiertos y participar unos con los otros; de él aprendí esa visión de ser multifacético en la música, abierto a colaborar y muy inclusivo”, señaló Lozano en entrevista telefónica desde Los Ángeles con Excélsior.

NADIE SE RESISTE A LA CUMBIA

Fue en 2004 cuando Celso Piña alcanzó notoriedad entre los que no eran apasionados de la cumbia… pero sí de las letras. Durante una fiesta de la fundación Nuevo Periodismo de García Márquez, Piña interpretó con su acordeón la Cumbia Sampuesana, del colombiano José Joaquín Bettín Martínez, lo que puso a bailar al Nobel de Literatura con su esposa Mercedes.

Eres digno representante de mi folclor, sé siempre hombre de bien y de buena gente”, relató alguna vez Piña que le dijo en esa ocasión García Márquez, nacido en la localidad colombiana de Aracataca.

El músico regiomontano fue nominado a dos premios Latin Grammy y se dio a conocer ante un público más joven gracias a las colaboraciones que realizó con artistas de diferentes géneros.