Hace unas horas se dieron a conocer las primeras imágenes de la película El baile de los 41, dirigida por David Pablos (Las Elegidas, 2015), cinta que está basada en la historia real de una sociedad clandestina de homosexuales encontrada durante el Porfiriato, a la que pertenecía Ignacio de la Torre, el yerno del entonces presidente.
El baile de los 41 es protagonizada por Alfonso Herrera, Emiliano Zurita y Mabel Cadena.
El estreno comercial será el próximo otoño del 2020, a nivel nacional.
Hace aún muy pocos días que en la calle de La Paz, los gendarmes atisbaron un gran baile singular.
Cuarenta y un lagartijos, disfrazados la mitad de simpáticas muchachas, bailaban como el que más.
La otra mitad con su traje, es decir, de masculinos, gozaban al estrechar a los famosos jotitos vestidos de razo y seda al último figurín con pelucas bien peinadas y moviéndose con chic.
Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones, Hoja Suelta, 1901
La homofobia en México no tiene realmente historia porque tiene tradición.
En teoría, debe haberse iniciado de manera formal con la primera plana de la Hoja Suelta de 1901, con un grabado del celebérrimo artista mexicano José Guadalupe Posada, que se intitula Los 41 Maricones. La anécdota es bien conocida, en gran parte porque uno de los 42 participantes originales en esta fiesta se llamó José Ignacio Mariano Santiago Joaquín Francisco de la Torre y Mier quien, a sus 15 años de edad, en 1881, había heredado el mayor complejo de producción azucarera en México, en los estados de Morelos y México.
Gracias a ello, Porfirio Díaz le había entregado en matrimonio la mano de su hija Amada Díaz Quiñones, quien fue una devota de su esposo hasta su último suspiro. Gracias a su parentesco con Díaz, el número de detenidos en el baile de mala fama se redujo a 41, porque el 42 había sido dejado libre. De ahí surge el embrujo que en la cultura popular mexicana tiene el número 41.
Son simplemente putos, como en los estadios de futbol lo son los porteros del opositor.
Ignacio de la Torre y Mier, visitando sus dominios cañeros del estado de Morelos, conoció a Emiliano Zapata y —dicen— se prendó del bigotón. Se lo llevó a vivir a su casa en Plaza de la Reforma como caballerango. En algún momento, la esposa de Mier, Amada, escribe que encontró a los dos revolcándose en las caballerizas. De ahí surgen los chismarajos sobre la bisexualidad del Caudillo del Sur. La versión oficial es que Zapata se regresó a hacer la Revolución porque se dio cuenta de que los caballos de su patrón vivían en mejores condiciones que los peones de Anenecuilco. Eso dice.