NINGUNO COMO ‘BO’

Columna: A TÍTULO PERSONAL

0
301

Por Sergio Arturo Duarte Méndez

Conecta Juárez

Pocos, realmente muy pocos atletas en la historia del deporte estadunidense han roto el molde de tal manera y han tenido el talento y las habilidades físico-atléticas necesarias para brillar intensamente tanto en el futbol americano como en el beisbol, tal como lo hizo Vincent Edward ‘Bo’ Jackson, quien a pesar que vio truncada su carrera debido a una lesión en la cadera, dejó honda huella en el emparrillado y en el diamante de juego.

Egresado de la Universidad de Auburn, Jackson, una montaña de músculos perfectamente esculpidos y desarrollados -en su época activa- en un cuerpo de 1.85 metros, es el único atleta profesional en la historia que ha sido nombrado Todo Estrella (All Star) en ambas disciplinas, distinción que ni el propio Michael Jordan -quien trató sin éxito de incursionar en el ‘rey de los deportes’- ni Deion ‘Prime Time’ Sanders, pudieron lograr.

Fuerza, potencia, velocidad y explosividad fueron algunas de las virtudes que Jackson mostró y dejó constancia a su paso por el deporte del más alto nivel en los Estados Unidos.

El ex jardinero, quien vivió sus mejores épocas con los Reales de Kansas City -novena con la que debutó  el dos de septiembre de 1986- era capaz de ‘desforrar’ la pelota, de conectar largos jonrones, realizar una gran atrapada a la defensiva, mostrar su potente brazo y dejar fuera a un corredor rival en las bases, escalar como el hombre araña la barda de la pradera de en medio tras quedarse con la esférica o simplemente, romper el bat con la ayuda de la pierna o de la cabeza, luego de ser ponchado.

En sus ocho años de trayectoria como pelotero (1986-1994) con las franelas de los Reales, Medias Blancas de Chicago y los Angelinos de California, ‘Bo’ bateó un promedio de .250 milésimas, conectó 598 hits, 141 de ellos fueron jonrones, 86 dobles, 14 triples, se ponchó 841 ocasiones, recibió 200 bases por bolas, robó 82 colchonetas, anotó 341 carreras, y remolcó 415 en 694 juegos y 2 mil 393 veces al bat.

En su estancia con Kansas City, acudió al Juego de Estrellas, el 11 de julio de 1989, en Anaheim, California, en el que fue titular en el line up de la Liga Americana que derrotó 5-3 a la Liga Nacional.

Originario de Bessemer, Alabama, donde nació el 30 de noviembre de 1962, ‘Bo’ ganó a pulso la distinción de Jugador Más Valioso (MVP, por sus siglas en inglés) del referido partido, gracias al par de imparables que bateó en cuatro turnos (.500 de porcentaje), uno de ellos, un jonrón y, a las dos rayitas que impulsó.

Además, le estafó una base a la batería conformada por el pitcher John Smoltz y el catcher Benito Santiago.

Sus logros no se limitaron al beisbol; Jackson, un bestial y portentoso deportista de 103 kilos, es considerado también el corredor más dominante en la historia del futbol americano colegial.

En 1985 recibió el prestigioso Trofeo Heisman y, en 1988, fue inducido al Salón de la Fama del Futbol Americano Colegial.

Con los Tigres de Auburn, entre 1982 y 1985, sumó 4 mil 303 yardas en 650 intentos para un promedio de 6.6 por acarreo y 43 touchdowns.

Cumplida su etapa colegial, Jackson fue la primera selección global del draft de la NFL en 1986 y, aunque fue elegido inicialmente por los Bucaneros de Tampa Bay, se sumó a las filas de los Raiders de Los Angeles.

Dueño de una fulgurante y ascendente carrera, sus conquistas en el terreno de juego causaron que la empresa de tenis y ropa deportiva Nike lo contratara para una ambiciosa campaña publicitaria llamada Bo Knows (Bo Sabe).

Jackson cobró una gran popularidad a fines de la década de los 80 y principios de los 90 gracias a Bo Nows.

En ella, el superestrella practicaba otros deportes como tenis, golf, luge e inclusive, el automovilismo.

La finalidad de Bo Knows fue el lanzamiento del Nike Air Trainer I, unos tenis de entrenamiento cruzados, los primeros de su tipo.

Con los malosos protagonizó inolvidables capítulos como la escapada para anotación de 91 yardas contra los Halcones Marinos de Seattle en un juego de lunes por la noche y, el duelo uno a uno frente al linebacker Brian Bosworth, quien no pudo con la gran fortaleza de Jackson y no evitó su touchdown por la vía terrestre.

Entre 1987 y 1990, ‘Bo’ sumó 2 mil 782 yardas terrestres en 515 acarreos y 16 anotaciones con los Raiders.

Practicante de pruebas de velocidad en la universidad, Jackson, quien cronometró 4.12 segundos en las 40 yardas en el Combinado de la NFL, vio venir el principio del fin de su exitosa carrera en 1991.

En un partido de playoffs contra los Bengalíes de Cincinnati, fue tacleado por la espalda por Kevin Walker y se lastimó la cadera.

Jackson padecía osteonecrosis, una enfermedad en la que la sangre no accede como debe a los huesos y, a consecuencia, estos mueren.

Debido a ello, los médicos le quitaron la cadera y le colocaron una prótesis y ya no fue el mismo.

Dejó el futbol americano y continuó en el beisbol con los Medias Blancas de Chicago y pese a que su velocidad ya no era la de antes, bateó 32 jonrones en tres campañas hasta que se retiró en 1994, tras su última temporada con los Angelinos de California.

La brevedad de su trayectoria le impidió alcanzar la dimensión de integrante del Salón de la Fama en ambos deportes, pero su atleticismo y virtudes natas para jugar beisbol y futbol americano a la vez, superaron todo parámetro.

Si usted apreciable lector vio jugar a ‘Bo’ Jackson – para algunos especialistas, el mejor atleta de la historia- y disfruto de su espectacularidad, considérese un afortunado.