¿La razón? Las etiquetas son engañosas o no declaran la información nutricional del producto como deberían.
Algunos de estos productos, de reconocidas marcas, alegan tener pollo o vegetales, cuando la realidad es muy distinta.
“Besando a un pollo se obtiene más pollo que con esas sopas” fue la frase determinante con la que el titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Ricardo Sheffield Padilla, resumió toda la polémica.
A través de un comunicado, la procuraduría detalló que dicha acción se dio como consecuencia de un Estudio de Calidad que realizó el Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor a 33 productos de sopas instantáneas de distintas marcas.
Después de un operativo, la procuraduría retiró las unidades de sopa correspondientes a 12 productos de 9 marcas que vienen en distintas presentaciones, ya sean en tazón, con fideos o tipo oriental.
Las sopas instantáneas son muy populares no sólo porque son de muy fácil consumo (algunas requieren sólo agua hirviendo y unos pocos minutos de cocción). También son muy económicas, llegando a valer menos de un dólar en algunos casos.
Pero con su salida del mercado, queda en entredicho su verdadero aporte nutricional.
Poca carne, poco vegetal ¿Qué es?
El estudio fue publicado en la Revista del Consumidor del mes de octubre.
En ella detalla los ingredientes de las sopas, sus cantidades y su verdadero aporte.
En todos los productos se evaluó información de la etiqueta, sellos de advertencia y contenido de proteína, grasa, carbohidratos, energético y de sodio.
¿De qué están hechas?
En la mayoría de los casos tienen agua, carbohidratos (como harina de trigo), proteína de animal, grasa y sal.
Pero también pueden contener azúcares en forma de sacarosa, glucosa, fructuosa y lactosa.
Y potenciadores de sabor, como glutamato monosódico, extracto de levadura y proteína hidrolizada de soya.
Pero son las cantidades lo que importa.
Por ejemplo, en una sopa instantánea de una famosa marca, el contenido de grasa es de 4,15 gramos por cada 100 gr, pero la proteína es de apenas 2,13 gr.
Sin embargo, los carbohidratos representan 15.71 gr.
El estudio concluye que varias de estos productos contienen vegetales correspondientes a menos de 5 gr por cada 100 gr de sopa.
Pero los envases pueden ser incluso mas pequeños, lo que puede hacer que en algunas presentaciones la presencia de vegetal sea menos de 0,01 gr.
Otros productos alegan tener pollo cuando en realidad usan saborizantes.
“Es importante que como consumidor leas las etiquetas, ya que puede que algunos productos digan ‘sabor a pollo’, lo que significa que utilizan saborizantes, que no es lo mismo que contengan dicho alimento”, dice la publicación.
Otros productos contienen azúcares que no declaran como azúcar añadido.
O no expresan las kilocalorías como establecen las normas.
Y en el caso de algunas sopas de estilo oriental, las etiquetas vienen en un idioma distinto al español.
“El ritmo de vida ha provocado que, en algunas ocasiones, por falta de tiempo o comodidad, se recurra a sopas instantáneas”, especifica el Laboratorio de la Profeco.
La Profeco también hace mención al envase en el que vienen estas sopas, muchas de ellas hechas de un material conocido como poliestireno expandido, el cual tarda muchos años en biodegradarse.