“No perder la fe, pero si sentir mucho cansancio, había momentos en que yo iba caminando con mi hijo en brazos y teníamos que recorrer muchos kilómetros, dos o tres kilómetros, caminando y estaba muy frio yo lo abrazaba, hasta que llegábamos al otro punto y decía; tal vez para no perder la fe, por favor dios dame fuerza, por favor dios dame fuerza”, son las palabras de Javier Don Lucas Pelayo, de 33 años, luego de haber sido rescatado por el Gobierno mexicano desde Ucrania, lugar en el que vivía con su familia.
Javier es un juarense egresado en la licenciatura en Música de la Universidad Autónoma de Ciudad Juarez, quien gracias a su actividad cultural laboró en el Instituto para la Cultura del Municipio y como docente de producción musical en la UACJ, además de haber tenido la oportunidad de recorrer varias ciudades del mundo.
Fue en el momento en que decidió formar una familia y al unirse a su esposa de origen ucraniano que acudieron hasta aquel país para pasar unas vacaciones, quedándose de forma permanente por complicaciones en el embarazo.
El talento del joven se hizo presente en esa parte del mundo en donde después de iniciar desde cero y tocar música en restaurantes mexicanos, logró la creación y publicación de dos libros para enseñar música a niños con alguna discapacidad.
Javier radicaba en la ciudad de Leópolis al oeste de Ucrania, un lugar que describe como tranquilo y donde vivía de forma segura en compañía de su esposa e hijo, sin embargo, las cosas se complicaron días antes de que iniciara la guerra.
“Yo decidí antes de que invadieran sacar los documentos de mi hijo, porque mi hijo es muy chico y con la pandemia no habíamos podido sacar esos documentos que eran el acta de nacimiento y pasaporte mexicano y decidimos sacarlo dos meses antes de la invasión, lamentablemente es un trámite muy largo”, situación que afirma le orillo a ir a Kiev la capital de Ucrania, horas antes de que iniciaran los bombardeos.
“Llegamos con la guerra yo traía a mi niño en brazos y a mi esposa, bajamos del tren después de un viaje de cinco horas, eran 520 kilómetros desde Leópolis hasta Kiev; bajamos y nos dimos cuenta de que la guerra estaba en ese estado, escuchamos los bombardeos y hablamos a la embajada, pero era muy temprano no nos podían ayudar y entonces un mexicano que no conocía me respondió y me dijo que podía abrir las puertas de su casa para mi familia”, explicó.
Javier señaló que fue gracias a su amigo Tomas Silva que tuvo la oportunidad de refugiarse mientras estaban en Kiev, quienes incluso acudieron hasta los trenes subterráneos de este lugar para buscar un lugar seguro para sus familias y encontrar una forma de salir del país.
“Había demasiada gente, miles de personas hacinadas dentro de ese lugar donde estaban los trenes y empezaron a bombardear a la media hora que estábamos buscando en que tren subirnos, eran como las cuatro de la tarde y toda la gente corrió hasta el metro para refugiarse, en el metro se fue la luz y todos empezaron a aplastar” narro que afortunadamente y tras un largo viaje lograron llegar hasta su hogar.
“Un viaje de 20 horas a Leópolis son aproximadamente 20 kilómetros, pero iba rodeando mucho por los bombardeos; nos dijeron no prendan los GPS de sus teléfonos, ni hablen mucho por internet, porque nos pueden geolocalizar; cada vez que íbamos entrando a un pueblo el tren apagaba los motores y apagaba las luces, se escuchaba que bombardeaban a los lados del tren” explicó.
Pese a que las fronteras más cercanas se encontraban abarrotadas, con filas de tres días caminando y a una temperatura que alcanzaba hasta los -14 grados centígrados, Javier señaló que fue a través de diversos medios de transporte que lograron llegar hasta Bucarest capital de Rumania, lugar en el que el gobierno mexicano logró su rescate por medio de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana bajo las órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Mi agradecimiento es tanto que no sé cómo pagarlo porque nos rescataron a muchas familias, a muchos mexicanos, a muchos ucranianos, a personas de otros países, que venían también en el avión de la fuerza aérea mexicana” agradeció.
Javier afirmó que pese a que el recorrido fue duro para el y su familia, se encuentra en total agradecimiento porque esta con vida y a lo largo del camino recibió muchas muestras de solidaridad y ayuda, principalmente del gobierno federal y municipal quienes lograron traerlo a salvo hasta esta frontera.
“Creo que la ayuda humanitaria que podemos brindar es lo mejor y también tenemos que dar un granito de arena para poder apoyar a los que menos tienen y no nada mas a los ucranianos si no a la gente que viene a las fronteras buscando tal vez, un mejor futuro para su familia” puntualizó.
Y aun que no esta seguro de cuales sean sus planes a futuro, aseguró que le gustaría participar en la regeneración del tejido social e incluso ofrecer de forma gratuita su método de enseñanza para los niños mexicanos con alguna discapacidad y de esta manera poder aportar a la comunidad.
Dijo que, si bien en ciudad Juárez se tienen situaciones de violencia, no se compara a la experiencia que ha vivido con su familia y que espera termine pronto, para que inicie ese proceso de reparación del daño en los habitantes ucranianos donde no descarta el poder regresar y brindar apoyo.
“La guerra no deja nada bueno, esto fue una agresión, una invasión, está muy fea la situación; están bombardeando a civiles, a niños inocentes, para mi es horrible, inhumano”, puntualizó.