En una democracia funcional, la legalidad no es un capricho, sino una obligación. Sin embargo, en Ciudad Juárez, parece que la legalidad es flexible cuando conviene a ciertos intereses. La reciente conformación del consejo del Instituto Estatal Electoral (IEE) que presidirá las elecciones para jueces y magistrados en junio es un claro ejemplo de cómo la equidad de género puede ser pasada por alto de manera descarada.
La integración de este órgano ha generado una polémica que no puede pasarse por alto: de los siete miembros que lo conforman, seis son mujeres y solo uno es hombre. Esta composición, lejos de ser un ejemplo de equidad, representa un claro desequilibrio que contradice los principios establecidos en la “Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres”, la cual promueve la igualdad, la no discriminación y la equidad de género.
Si bien la representación femenina en cargos de poder ha sido históricamente una deuda pendiente, la solución no puede ser sustituir una desigualdad por otra.
La ironía es innegable: un consejo encargado de supervisar las elecciones comienza su labor violando la ley. Esto no es solo una falta administrativa, sino un mensaje peligroso sobre la flexibilidad con la que algunos entienden la equidad de género. No se trata de hacer concesiones, sino de exigir el cumplimiento de lo que está claramente estipulado. No es una sugerencia; es un mandato legal.
La formación de este consejo es, sin duda, un paso importante en la organización de las elecciones judiciales programadas para junio. Sin embargo, la falta de paridad en su integración no solo es un error, sino también una violación a los principios legales que rigen nuestra sociedad.
La Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres no es un mero documento simbólico. Al conformar un consejo con una abrumadora mayoría de mujeres, se está cayendo en un sesgo que, aunque no intencional, resulta discriminatorio hacia los hombres y, paradójicamente, socava los avances que se han logrado en materia de equidad de género.
Es importante aclarar que la lucha por la igualdad de género no consiste en invertir los roles de opresión, sino en construir un sistema donde ambos géneros tengan las mismas oportunidades de participación y representación. Un consejo sesgado es un desbalance que ignora el espíritu de la ley y envía un mensaje equivocado sobre lo que significa la verdadera igualdad. La equidad no se trata de favorecer a un género sobre otro, sino de garantizar que ambos tengan una presencia equilibrada y justa en todos los espacios de toma de decisiones.
Ante este escenario, es imperativo que las autoridades responsables reconozcan este error y tomen medidas inmediatas para corregirlo. La credibilidad de las elecciones judiciales depende no solo de la transparencia del proceso, sino también de la integridad y equidad de quienes lo supervisan. Un consejo desequilibrado en su composición de género pierde legitimidad ante la ciudadanía y abre la puerta a cuestionamientos sobre su imparcialidad.
Las autoridades responsables tienen la obligación de reformular la integración del consejo para garantizar una composición justa y representativa. No basta con discursos sobre inclusión; es momento de acciones concretas. La equidad de género no es una balanza que se inclina según la conveniencia del momento.
Por ello, hacemos un llamado firme y respetuoso a las autoridades del IEE para que reformulen la integración de este consejo. Es necesario garantizar que la próxima conformación cumpla con los principios de igualdad y no discriminación establecidos en la ley. Esto no solo fortalecerá la confianza en el proceso electoral, sino que también sentará un precedente importante sobre cómo deben funcionar las instituciones en una sociedad que aspira a ser verdaderamente equitativa.
En conclusión, la formación del consejo electoral en Ciudad Juárez es una oportunidad para demostrar que la igualdad de género no es un discurso, sino una práctica que debe reflejarse en todos los ámbitos. Corregir este desequilibrio no es solo una obligación legal, sino un compromiso con la justicia y la equidad.
Invito a las autoridades a actuar con responsabilidad y a reformular la integración del consejo, asegurando que este sea un ejemplo de lo que significa construir una sociedad verdaderamente igualitaria. La equidad debe ser una garantía, no una simple promesa. Nos leemos la próxima en un tú a tú.
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