DISTORSIONES MENTALES

Columna Cartapacio por Raúl Ruiz

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Amanecer, y sentirme atrapado en su calor; impregnado de su aroma; inmerso todo, en su arquitectura femenina.

Estar sujeto a su tersa piel, es… Un gozo matutino incomparable.

Y al despertar, el placer de mi café.

Pero dice Marcos Barraza, mi científico de cabecera, que todo eso es solo producto de mi retorcida mente sibarita.

Que el universo es una ilusión.

Que ese cuerpo febril, trémulo a mi lado, es una ilusión óptica producida por mi instinto, siempre propenso al placer.

Que es mi Yo/Topo invadiendo a ciegas los túneles del alborozo.

Ya que, tales turgencias, son 95% agua y el resto, carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.

Que es mi instinto el que me dice otra cosa, que lo siento así, pero es falso, solo son motivos de placer, los que me impulsan, pero es válido sentirlo, puesto que, la ilusión de un buen rato, supera la razón.

Incluso, dice, que si mis reflejos mentales se subliman, hasta puedo crear poesía, pero todo es construido sobre un falso supuesto.

Me quiere convencer que la física destruye el campo imaginario de lo que conocemos como realidad.

Que, ‘La realidad’ es una ilusión; es algo que creemos que es, pero en realidad no lo es.

¡Nomamespancho!

Intenta decirme, Barraza, en su más reciente artículo, que la física distorsiona el pensamiento y por lo tanto, que los habitantes de, Paseos del Alba, Vistas de la Aurora, Héroes de la Revolución y Haciendas, sufren una falsa necesidad del agua.

Que si se manifiestan en las calles, con pancartas, es porque tienen distorsiones mentales.

Su olfato les juega una mala broma. No son pestilencias de las aguas negras que burbujean.

Es su falsa realidad.

Pero los recibos indican un adeudo, aunque no les caiga gota desde el grifo; y la hediondez, o ese “falso aroma”… causa náuseas.

Estas distorsiones mentales, nos atribulan a todos los juarenses con otras falsas realidades.

Creemos en otra fantasmal visión, que a diario nos consume… la violencia.

No son muertos los que aparecen en las noticias, cosidos a balazos.

Nuestra mente percibe irrealidades.

Pensamos, que la ciudad es fea, llena de hoyancos, pero en verdad no lo es.

Pobres migrantes venidos de centro y Suramérica. No saben que el frío y el hambre que sufren aquí, solo es producto de su dislocada mente. Esa realidad no existe.

Producimos un desgastante estrés innecesario.

La angustia de vivir bajo amenazas extremas, nos consume.

Y le pregunto a mi amigo Marcos Barraza, ¿es eso posible?

Sí, me contesta.

– Estamos atrapados en la realidad subjetiva que hemos construído.

Y remata.

– Cuando dos o más realidades subjetivas (ilusiones) se unen, forman una realidad objetiva, una realidad que no existía.

Mi coco ya no soporta este esgrima intelectual.Regreso a mi distorsión original, a mi falso entendimiento matutino… la posición cucharita.

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