No es que sea xenofóbico, y Dios lo sabe muy bien, pero hay momentos en que las cosas se vuelven fastidiosas.
Hablo de la invasión de migrantes que se aglutinan en nuestra ciudad, sin más propósito que brincar el río y encontrarse con el AMERICAN WAY OF LIFE.
La ciudadanía se queja ya del acoso de extranjeros en los cruceros. Pordioseros y limpia parabrisas.
No quieren empleo, quieren dinero. Usan a los niños para causar más lástima, pero no buscan sobrevivir con la fuerza de trabajo.
Abusan de la protección de personajes tradicionalmente bondadosos con los migrantes, como el padre Javier Calvillo.
Además que en el primer cuadro de la ciudad se están agudizando las faltas de respeto a la ciudadanía por parte de los grupos de migrantes que están ahí instalándose todos los días para utilizar los centros de carga de celulares, sin tener ninguna otra actividad positiva o que abone algo a la ciudad.
Por el contrario, generan conflicto con los ciudadanos y comerciantes ya que también es común que pidan a los comerciantes permiso para usar baños o utilizar conexiones eléctricas para conectar y cargar sus celulares, pero ahora ya piensan que es obligación de los comerciantes dejarles usarlos y de negarles el apoyo se molestan.
Ya ni a la policía respetan.
Apenas el lunes pasado, apedrearon a los elementos de seguridad pública municipal, destruyeron patrullas.
La pregunta es…
¿Podrán retomar el control las autoridades mexicanas?
O los ciudadanos agarramos las riendas.
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