NEVER

Columna CARTAPACIO por Raúl Ruiz

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El centro histórico de Ciudad Juárez bullía más que otros días.

Entre migrantes, Pachucos y la algarabía local; el fin de semana se percibía agradable.

La temperatura a 24°C provocaba integrarse al ritmo de la música y sacar el demonio de la ira, la envidia y la soberbia, moviendo el esqueleto; como poseídos por Olorún.

Había pasado una mañana decepcionante y desperdiciada.

Me habían invitado a dar testimonio periodístico de la visita de la senadora priyista, Claudia Ruiz Massieu.

“La otra Claudia”, como sus acólitos la hacen llamar, para empatarle los cartones a Claudia Sheinbaum; ‘Corcholata’ Morena que aparentemente ganará la candidatura al 2024 por el partido oficial.

A Claudia Ruiz Massieu, la trajo el grupo priyista UNIDAD Y PARTICIPACIÓN, que lidera el Ingeniero Ernesto Mendoza Viveros.

Pero por alguna extraña razón, que más bien parecía una maldición china, los priyistas brillaron por su ausencia.

Sólo los más estoicos aguantaron casi dos horas esperando la caballada que nunca llegó.

Me urgía salir de ahí, andaba melancólico, pesaroso, taciturno, por el episodio desesperado de los priyistas.

Aún recuerdo como eran esas reuniones de la aplanadora política.

Aglomeraciones rebosantes de membresía. Felices, jocosos, plenos. ¡Ganadores!

Ahora ya no. Cuando mucho, se juntaron un par de docenas de priyistas de la vieja guardia.

Cuatro ex presidentes del CDM, y veinte compas, algunos amigos lejanos de Francisco Ruiz Massieu, papá de la senadora. Y otros, amigos de José Reyes Baeza, ex gobernador de Chihuahua y promotor del acercamiento con Claudia.

Por cierto, pareciera que la muerte violenta ha perseguido a los Ruiz Massieu; dos hermanos de Mario, Wilfrido y Roberto, fueron muertos a tiros en Acapulco, Mario, asesinado también a balazos en la CDMX.

¿Por qué el desencanto?

Porque lamentablemente se acabó el vigor del PRI.

Me viene a la mente, la imagen deteriorada del actor Andrés García, antes de morir.

Ver una foto de antaño con su galanura, su masculinidad; y luego su rostro contraecho, envejecido, con los ojos apagados.

Así me imaginé hoy a lo que queda del tricolor.

Y más todavía, con las respuestas que Claudia dio a la prensa.

Según ella, en el ranking de los aspirantes a la candidatura por la alianza Transgenero, PAN, PRI, PRD, se considera va en el top. O cuando mucho en tercer lugar. Figurese usted.

Hay como 27 aspirantes entre los tres partidos y uno que otro de la “sociedad civil”.

A la pregunta de: Si usted fuera la candidata de la alianza a la presidencia de México, ¿Con qué podría ganarle a Morena? Y su respuesta fue…

“Con nuestra fuerza territorial, con la estructura”.

¡Inocente!

Todos nos volteamos a ver.

Lástima nos dio, José Reyes Baeza, al andar promoviendo cadáveres vivientes.

Así, con la pena ajena, agarré la rutera como todos los viernes, rumbo al centro.

Para comer fritangas, comprar unas colitas de pavo y deambular entre la gente.

La música, a todo volumen. Un par de pachucos dando su espectáculo.

La gente, contagiada por el ritmo, se fundió en algarabía.

Yo, observando a los participantes.

Los migrantes que pululan en el centro histórico, atentos, comparando la expresión musical de la frontera, con sus ritmos de casa.

Entre los espectadores, destacaba la figura de un negro, espigado, talludo.

Muy contento, que seguía el ritmo con las palmas de las manos.

Cuando terminó la pieza musical conversamos por unos minutos mientras caminábamos.

Yo, hacia el paradero de mi camión; él, hacia un car wash donde se desempeña como lavacarros.

– ¿Qué te pareció el ritmo y el baile de los pachucos? Le pregunté.

– Je parle très peu l’espagnol. Je suis haïtien, mais je parle aussi anglais. Me contestó.

– ¿Comment es que tu t’apelles?

Le pregunté.

– NEVER. Me contestó.

Nuestra charla en adelante fue en inglés.

– ¿Never? ¿like, never ever?

– Yes, indeed. Jajaja.

No me extrañó mucho que se llamara NEVER.

Podría haber sido pariente de aquel Viernes, al que bautizó Robinson Crusoe, personaje de Daniel Defoe, quien vivió cientos de aventuras durante 28 años en una isla desierta, con la compañía de un negrito al que llamó Viernes.

NEVER, ha viajado mucho desde que salió de Haití, hace dos años y medio.

Estuvo mucho tiempo en Brasil, donde aprendió el portugués.

Y de ahí, tocando ciudades latinas hasta llegar a Ciudad Juárez, donde espera cruzar a los Estados Unidos.

Lleva una semana en Juárez y rápido consiguió empleo como lavacarros.

– No quiero pedir dinero como lo hacen los venezolanos. Prefiero comprar mi comida con lo poco que se gana en este trabajo. Me confió.

De hecho, podría ocuparme en otro tipo de oficios. Soy profesor de inglés y de francés. Pero no siempre hay alguien que te contrate para eso. Resaltó.

NEVER, cree que cumplirá su sueño de trabajar del otro lado del muro y mandar traer a su esposa y sus dos hijos que dejó en Puerto Príncipe.

Ya no son cientos de historias las que se pueden contar en Ciudad Juárez con la presencia de los migrantes. ¡Son miles!

NEVER, es sólo un destello de lo que será en adelante nuestra frontera.

Ya podemos decir que somos una de las tantas ciudades multiculturales que hay en el mundo.

Singapur, Sidney, Nueva York, Buenos Aires o la mismísima cdmx.

Falta nomás que a los conductores políticos les brille un poco el coco, y tengan una visión de largo alcance y con la ayuda de la ciencia de la prospectiva, adviertan escenarios futuros y desarrollen políticas sociales de ese calado.

¿Estarán preparados para estas conversaciones?

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