Ayer, un grupo de maestros se presentó en las oficinas del gobierno del estado en la ciudad para entregar un pliego petitorio, con la esperanza de que este fuera canalizado, primero a la gobernadora y de ahí a la presidenta de la República. Sin embargo, lo que debería haber sido un acto de diálogo y conexión con uno de los sectores más importantes de la sociedad se convirtió en un ejemplo más de cómo se pierden las oportunidades para acercarse a la ciudadanía. La falta de atención hacia los maestros no solo refleja una falla en la gestión, sino también una desconexión preocupante con las necesidades reales de la población.
Los maestros no son cualquier grupo; son los formadores de las futuras generaciones, los pilares del sistema educativo y, en muchos casos, la voz de comunidades enteras. Ignorar su pliego petitorio no es solo un error político, sino una muestra de insensibilidad hacia un sector que ha luchado incansablemente por mejorar las condiciones educativas en el estado. ¿Quién está asesorando tan mal al representante de la gobernadora? ¿Quién le ha hecho creer que desatender a los maestros es una estrategia viable? ¿Cómo es posible que no haya visto en esta reunión una oportunidad para fortalecer la relación del gobierno estatal con uno de los sectores más influyentes de la sociedad? Esta falta de tacto no solo daña la imagen de la administración estatal, sino que también profundiza la brecha entre el gobierno y la ciudadanía.
Este incidente nos obliga a reflexionar sobre la importancia de escuchar y conectar con la gente. La política no se trata solo de discursos y promesas; se trata de acciones concretas que demuestren un genuino interés por resolver los problemas de la población. Cuando un grupo como el magisterio, que representa a miles de familias y comunidades, busca ser escuchado, la respuesta no puede ser la indiferencia. Cada oportunidad perdida para dialogar es un paso atrás en la construcción de confianza y legitimidad.
Sin embargo, más allá de la crítica, es necesario proponer soluciones. En primer lugar, el representante de la gobernadora debe rectificar de inmediato. Una reunión de emergencia con los maestros, donde se escuchen sus demandas y se establezca un canal de comunicación permanente, sería un primer paso para reparar el daño. Además, es fundamental que la gobernadora tome cartas en el asunto y demuestre, con hechos, que su administración está comprometida con el magisterio y con la educación.
En segundo lugar, es urgente revisar el equipo de asesores que rodea al representante. La falta de sensibilidad política y social demostrada en este caso sugiere que hay fallas graves en la estrategia de comunicación y relación con la ciudadanía. Un gobierno que no sabe escuchar es un gobierno que está destinado al fracaso. Por ello, es necesario incorporar a profesionales que entiendan la importancia de construir puentes con la sociedad, en lugar de ignorarlos.
Finalmente, este incidente debe servir como una lección para todos los niveles de gobierno. La ciudadanía no es un ente abstracto; está formada por personas con necesidades, preocupaciones y demandas concretas. Ignorarlas no solo es un error, sino una falta de respeto hacia quienes, al final del día, son la razón de ser de cualquier administración pública.
En conclusión, lo ocurrido hoy con los maestros es un recordatorio de que las oportunidades para conectar con la ciudadanía son valiosas y no deben desperdiciarse. La gobernadora y su equipo tienen la responsabilidad de rectificar y demostrar que están dispuestos a escuchar y actuar. El magisterio, y la sociedad en general, merecen un gobierno que no solo hable de cercanía, sino que la practique. Cuenta conmigo es el slogan actual, imagine usted. La pregunta que queda en el aire es: ¿aprenderán de este error o seguirán perdiendo oportunidades? El tiempo lo dirá, pero la ciudadanía sigue esperando contar con ellos.
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