CHIMALLI

Columna CARTAPACIO por Raúl Ruiz

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Chimalli, es una palabra de origen náhuatl que significa escudo o protección.

Los chimalli, eran escudos hechos con diversos materiales; por ejemplo, madera, con la que se fabricaban los llamados “cuauhchimalli”, o bien, podían ser elaborados con caña de maíz, con la que se confeccionaban los “otlachimalli”.

Los hacían de varios materiales: de tablillas de madera o caña, fibras de maguey y de algodón entretejidos.

Pero los más perrones eran elaborados con olotes.

¿Qué es un olote?

Es la parte central de la mazorca de maíz una vez que ha perdido los granos.

Con esos escudos enfrentaron a los españoles y se los chingaron.

Por si usted no lo sabe, el dominio español no se logró por las armas, sino por la superstición.

Los pobres Aztecas creían que Quetzalcóatl, había retornado desde el mar, como lo tenían registrado en su leyenda.

Se decía que Quetzalcóatl se había ido rumbo a la costa del Golfo, a Veracruz, hacia el mismo rumbo de donde llegaron los españoles, fecha que coincide en el calendario mesoamericano con el nacimiento de Quetzalcóatl.

De ahí la creencia de su regreso.

No me voy a distraer con esta historia de Quetzalcóatl, porque si no, nunca termino.

Regreso al tema de los chimalli.

Pues nada, que los guerreros Aztecas, los más perros, las fuerzas especiales mexicas, o sean, los Caballeros Águila y los Caballeros Jaguar, estaban protegidos con los chimalli.

Un arma defensiva, impenetrable.

Figurense ustedes que los olotes eran atados uno contra otro por el lomo.

Hasta formar una coraza redonda de unos veinte centímetros de espesor.

De tal forma comprimidos, que al estar todos apretados y prensados, ofrecían una resistencia formidable.

De tal manera que detenían una flecha, una lanza y hasta los perdigones del arcabuz.

El arcabuz es una antigua arma de fuego de avancarga, antecesor del mosquete.

Su uso estuvo extendido en la infantería europea de los siglos XV al XVII.

A pesar de su longitud, el disparo era de corto alcance, pero letal; a cierta distancia podía perforar armaduras.

Menos los chimalli.

Méndigos Aztecas, dominaban la ingeniería bélica de su época.

El chimalli era infinitamente más ligero que cualquier escudo de hierro, y armadura, por supuesto.

¡Nomamespancho!

Viene a cuentas, porque al observar la estrategia del alcalde rumbo a su posible reelección, advierto que usa las piezas de su gabinete como los olotes del chimalli.

En sus CRUZADAS, (para los que nos leen en estrangia, y lejanas latitudes de la frontera… las ‘cruzadas’, de Cruz Pérez Cuéllar, son acciones de su gobierno en las colonias de la aldea), usa la fuerza de sus funcionarios para convencer a la perrada, que está haciendo por ellos y les ofrece un respiro a sus necesidades elementales.

Y al mismo tiempo, forma un escudo contra sus detractores.

Los olotes de Cruz.

Hugo Vallejo, Arturo Urquidi, Daniel González, Karen Mora, Daniela González, Nacho Carmona, Dafne Santana, César Muñoz, y César Alberto Tapia, todos con la difusión de Charly Nájera.

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