Nuestra ciudad crece.
Pero crece desordenadamente, incontrolablemente, anárquicamente.
Somos desde hace un tiempo ya, una ciudad multicultural.
Gran parte de la población somos migrantes.
Unos venimos de otros estados del país, y otros de muchas partes del mundo.
Sin embargo, aún no podemos decir que Ciudad Juárez es una ciudad COSMOPOLITA.
Para eso, se necesitan varios ajustes en las políticas públicas.
Temas, que iré tratando poco a poco, a ver si alguno de los futuros candidatos a la alcaldía, cobra visión y se propone trabajar en ello.
Uno de los temas centrales, lo significa, EL ESTADO DE DERECHO.
Quizás sea por mi formación académica como abogado, que me salta como primer requisito para la convivencia, el sentido de justicia.
Así que hoy, comienzo con esto.
¿Va?
El Estado de derecho es un tema de gran importancia en cualquier ciudad, incluyendo las ciudades cosmopolitas.
En estas ciudades, que atraen a personas y culturas de todo el mundo, el cumplimiento de las normas y leyes es crucial para garantizar la seguridad y la igualdad ante la ley para todos los ciudadanos y visitantes.
En este sentido, la aplicación del Estado de derecho implica que todas las personas, independientemente de su origen, género, orientación sexual, religión o cualquier otra característica, sean tratadas de manera justa y equitativa ante la ley, y que se respeten los derechos humanos y civiles.
Para garantizar el Estado de derecho en ciudades cosmopolitas, es fundamental contar con un sistema legal sólido y transparente, así como con un gobierno responsable y honesto.
También es importante que existan mecanismos eficaces de control y supervisión de las agencias gubernamentales y las fuerzas del orden para evitar abusos y garantizar el respeto de los derechos de todas las personas.
En definitiva, la aplicación del Estado de derecho es esencial en cualquier ciudad, especialmente en las ciudades cosmopolitas que atraen a personas de todo el mundo y que deben garantizar un trato justo e igualitario para todos.
Perseguir y castigar a los delincuentes. Sí.
Pero no usar el aparato de justicia por gusto o por venganza, oprimiendo o acosando a los adversarios políticos.
¿No lo piensa así?
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