Estamos en el umbral de la inteligencia artificial (AI por sus siglas en inglés). Gracias a esto es posible transformar una fotografía de un niño y convertirla en la imagen precisa de él mismo cuando sea grande. Esta tecnología indudablemente ayudará a identificar a personas desaparecidas, incluso varios años después de su ausencia. Otro avance importante es que se pueden proyectar imágenes en tercera dimensión, siendo tan realistas que artistas y oradores aprovecharán para desarrollar su espectáculo sin necesidad estar físicamente arriba del escenario.
Con todo esto, algún día, nuestro presente, hoy impregnado de superioridad tecnológica e intelectual, será ocasión de estudio. Seres como nosotros, pero transcurridos un montón de siglos, rebuscaran en la historia de sus ancestros, para descubrir un mundo de austeridad y ardua supervivencia dadas las pocas herramientas tecnológicas e intelectuales con las que cortábamos comparadas con las de ellos.
Las naciones estructuradas con gobiernos vanguardistas, que toman lo mejor del capitalismo y del socialismo, e incorporan tácticas de la monarquía, en ese entonces serán vistas como las tribus bárbaras que hoy encontramos en nuestros libros de historia.
Duro trabajo les será elegir, de toda la información disponible, la que sea objetiva y que describa con claridad el ir y venir de los habitantes de este planeta entre el año 2000 y 2050.
La importancia de trazar un plano actual neutral toma otra dimensión si lo analizamos de esta manera. Tendrá un valor incalculable transmitirle a remotas generaciones lo cotidiano, sin alarde ni desasosiego, sin fanatismo ni fatalismo, solo lo básico y necesario.
Con tal conciencia, los mejores escritores de este siglo conformarían un grupo organizado a nivel mundial, para plasmar por medio de sus narraciones la vida cotidiana y, con ello, facilitar a nuestros descendientes la ardua labor de reencontrarse con los que hoy somos.
Con certeza descubrirán que, a pesar de los avances tecnológicos e intelectuales de su tiempo, los miedos y felicidad están sujetos a los mismos estímulos desde entonces.
Será maravilloso mandar un mensaje como el que nos hubiera gustado haber recibido de nuestros antecesores. Aquel que sirva de referencia a la humanidad, tal y como la estrella polar sirve de ayuda al viajero desorientado. A menos que la ingenuidad nos supere al grado de hacernos creer que nada tenemos de valor para dejarles a nuestros descendientes.
Con todo y lo que está por venir, es imperativo recordar que las motivaciones, los estímulos y el coraje para hacer que las cosas mejoren en nuestro entorno proviene de la misma fuente que ha servido al hombre desde épocas remotas: «Somos energía, seres espirituales en cuerpos físicos».
La semilla ha sido plantada, quienes cuiden de ella, la abonen y la mantengan con suficiente humedad serán quienes construyan el legado que ha de transmitirse de manera permanente a cada generación subsiguiente. Los gobernantes que pongan especial atención en la cultura, mantendrán la atención en las personas, de manera genuina cuidarán de sus pueblos, sus ciudades, de los lugares históricos, de sus costumbres, de sus etnias. Las personas que procuren a sus antecesores, sus hábitos, sus rutinas y mantengan sus recuerdos vivos, que escudriñen su pasado lo honren; de ellos, de sus hijos y de sus familias será el futuro… y el reencuentro será necesario.
Fabricio Avalos Lozano es un escritor y novelista mexicano. Su novela Xandra (2018) fue publicada por Editorial Letra Minúscula de España. La serie El Don —primera temporada— (2019) se publicó en el Blog de su sitio web.
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