Un sismo es parecido a tocar la guitarra

¿Cómo entender un sismo a través de la música?

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¿Qué parte del subsuelo temblará con más fuerza y por más tiempo? ¿Qué modelo o modelos permite entender el fenómeno de un sismo en el Valle de México? A la búsqueda de estas respuestas dedica su labor Víctor Cruz-Atienza, experto mexicano considerado en una edición de la revista Nature como uno de los 10 científicos más relevantes a nivel internacional. Él es jefe del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Un sismo es parecido a tocar la guitarra

––¿Tienes una forma de explicar lo que sucede en términos de un modelo musical? Es decir, estamos hablando del fenómeno de resonancias en diferentes frecuencias.

––Sí. Cuando uno pulsa la cuerda de una guitarra, ésta vibra, pero vibra de diferentes maneras simultáneamente. Es decir, hay un modo fundamental de vibración de la cuerda que emite la frecuencia sonora más baja y sobre esa vibración hay otras de mayor frecuencia que producen tonos más agudos que se llaman sobretonos.

Lo mismo pasa con las ondas sísmicas: tenemos un modo fundamental que es el que produce los movimientos más violentos del suelo y luego modos superiores de vibración sísmica que, en general, tienen amplitudes del movimiento más pequeños. Específicamente en el suelo de la Ciudad de México, en la zona del lago que es tan particular, resulta que la energía sísmica del modo fundamental está confinada. Viaja en las primeras capas de 50 o 100 metros de espesor de la cuenca, que son las más disipativas, donde se muere rápidamente la energía.

Y ¿esto permite elaborar escenarios que concuerdan con el fenómeno sísmico que vimos en 2017? Háblanos de la importancia de estos modelos en el diseño de una cultura preventiva.

––Postular escenarios verosímiles, realistas, de futuros terremotos, es una herramienta poderosa que tenemos los sismólogos y otros científicos que estudian las amenazas naturales para poder cuantificar cuál podría ser el peligro asociado a futuras rupturas y sismos. Para que estos ambientes sean lo más realistas posibles y nos permitan generar información útil para la prevención de desastres, necesitamos información, datos, observaciones sobre, por ejemplo, cómo se deforma la corteza continental, la corteza terrestre, producto de la interacción de las placas tectónicas.

––¿Qué ocurre con la brecha sísmica de Guerrero?

––Ahí justamente estamos cuantificando el potencial sísmico, es decir, qué tan grande podría ser una ruptura en ese lugar que es de particular importancia por su cercanía a la Ciudad de México. A partir de la estimación del potencial sísmico, estamos ya postulando escenarios de terremotos grandes para medir el peligro. ¿Qué tan violento sería el movimiento para contrastar tales estimaciones de peligro con las medidas preventivas que existen actualmente expresadas en los códigos de construcción?

La cultura preventiva

––De hecho, a partir del sismo de 1985, tenemos mejores instrumentos para evitar, en la medida de lo posible, el desastre que viene aunado a un terremoto.

––El temblor de 1985 fue un parteaguas en nuestro campo, la sismología. Esa tragedia dio lugar a una instrumentación masiva de la cuenca de México, es decir, la instalación de sismógrafos, acelerómetros en particular, que desde entonces registran decenas de miles de sismos, con base en los cuales se ha podido microcaracterizar ––así decimos–– la respuesta sísmica del Valle.

Hoy sabemos con mayor precisión que en el 85 las regiones de la ciudad, las zonas pequeñas donde la amplificación de las ondas es mayor y con base en esa información se ha desprendido el código de construcción en la capital, uno de los mejores del mundo.