Cultivo de cacahuate trae prosperidad a beneficiario del programa “Sembrando Vida” en Batopilas

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En la majestuosa profundidad de la barranca Ismael López cosecha mangos, naranjas, maíz y limones, pero su mayor tesoro, lo desentierra y tiende al sol

– Él es uno de los más de 22 mil campesinos y campesinas que han encontrado en las enseñanzas del programa del Gobierno Federal una forma de autosuficiencia y comercio

– Sembrando Vida llega a 19 municipios de la entidad y deja una derrama económica que supera los mil 590 millones de pesos anuales en el estado

En los campos fructíferos de Arenales, en Batopilas, Chihuahua, una brisa juguetona acaricia los cultivos de Sembrando Vida. Aquí, Ismael López Muñoz, un veterano agricultor con la sabiduría impresa en su piel, emerge como el protagonista de una narrativa que trasciende la tierra y las plantas.

Acompañamos a Ismael a su pequeño Edén, donde los mangos se balancean con gracia, las naranjas-lima desprenden su dulce perfume y los limones aportan su toque cítrico. Pero es el cacahuate, modesto y enterrado, el que se roba el escenario. Con manos curtidas, Ismael nos lleva por la danza de la cosecha, desenterrando los cacahuetes y colgándolos en alambres para secarlos, mientras el sol de Arenales aplaude esta coreografía agrícola.

Él es uno de los más de 22 mil campesinos y campesinas que han encontrado en las enseñanzas del programa del Gobierno Federal una forma de autosuficiencia y comercio.

Sembrando Vida llega a 19 municipios de Chihuahua, particularmente a comunidades de la Sierra Tarahumara donde se encuentra la población que padece mayor marginación y deja una derrama económica que supera los mil 590 millones de pesos anuales en el estado.

Campesinas y campesinos que participan en Sembrando Vida cultivan distintos productos en más de 49 mil hectáreas del estado, donde se va consolidando un sistema agroforestal.

La charla con Ismael López Muñoz se torna vibrante cuando comparte las gemas de conocimiento adquiridas en las sesiones de “Sembrando Vida”. Con una chispa en los ojos, recuerda cómo estas enseñanzas no sólo han fertilizado sus campos, sino que también han florecido en el comercio local, donde Ismael comparte con orgullo los frutos de su labor.

El cacahuate, protagonista en este escenario agrícola, se erige como el emblema de la prosperidad que Ismael cosecha. Aunque la modesta cosecha de maíz apenas satisface sus necesidades, el cacahuate se convierte en el tesoro de Ismael. Cada litro, vendido a 25 pesos, no sólo añade un toque crujiente a las mesas locales, sino que también teje hilos de prosperidad en la economía de Batopilas

En las palabras de Ismael, descubrimos la alquimia detrás del secado del cacahuate al sol, con un disco gigante que se convierte en el escenario donde los cacahuetes adquieren su tostado perfecto, entre giros y danzas bajo la ardiente arena.

Así, entre la animada conversación, el sol radiante de la comunidad de Arenales y la sagacidad de un agricultor de la tercera edad, la historia de Ismael López Muñoz se despliega como un cuadro colorido y vibrante. En sus manos, el cacahuate no es sólo un cultivo; es un símbolo de crecimiento, de comunidad fortalecida y de un futuro próspero, gracias a las enseñanzas de “Sembrando Vida”, que van más allá de la siembra para cosechar vida en todas sus formas.