Para los caotikinos, LA ESPERANZA es una flor que crece en el desierto, cuyo aroma los inspira a sobrevivir.
Envueltos en la esperanza, los habitantes de Ciudad Caótica confían en que un día se cumplirá su deseo de vivir sin sobresaltos, pasear entre las calles perfectamente iluminadas, sin trepidaciones que lastimen la suspensión de sus autos. Sin el acecho de los hombres malos.
Radiantes de salud, productivos.
La esperanza los ayuda a mantener una actitud positiva frente a las dificultades y los desafíos de la vida.
La esperanza es una virtud, una cualidad, una luz que brilla en la oscuridad que los guía en el camino y los llena de bondad.
Contraste con el cúmulo de negativos que ahoga esta urbe palpitante.
La esperanza en Ciudad Caótica, es una voz que canta en el silencio, y los anima a seguir pidiendo, exigiendo.
Es una fuerza que vence la congoja, y los impulsa a soñar, que les da el aliento.
La clase política se ha robado todo, menos la esperanza.
Suena paradójico, pero, la esperanza es la única forma de superar la crisis, la necesidad de recuperar el espacio público, donde los caotikinos puedan actuar, crear, pensar y hablar libremente, sin estar sometidos a la coacción o la manipulación de ningún poder.
Véanse a sí mismos, van aumentando su capacidad de crear, de innovar, de resistir y de juzgar, que son las fuentes de la dignidad y la esperanza humana.
Vienen las intercampañas.
Dos adversarios frente a frente. Se presentan al escrutinio popular.
Solo dos, los otros que se inscriban son pipiluya.
Los caotikinos decidirán si se van con melón o con sandía. Pero no con la vieja del otro día.
En la esquina azul, Rogelio Loya Luna, representando a la alianza transgénero del PAN, PRI y PRD.
Y en la esquina escarlata, Cruz Pérez Cuéllar, ondeando la raída bandera de Morena, recientemente mancillada por sus dirigentes.
Tema que deshuesaré en posterior ocasión.
La contienda está muy dispareja.
No lo digo yo, lo dicen las encuestas más recientes.
Cruz Pérez Cuéllar lleva una ventaja de más de 30 puntos, sobre su oponente.
Quiere reelegirse para tener suficiente bastimento en las alforjas y poder aspirar a la candidatura de 2027 para gobernador.
Está dispareja la contienda, porque las fuerzas que impulsan al buen Rogelio, no traen más pujanza que la que les proporciona un equipo de demagogos amantes de la posverdad.
Veamos.
POSVERDAD, es un término que se ha vuelto relevante en la actualidad política y social.
Se refiere a la distorsión deliberada de la realidad, donde las emociones y creencias personales prevalecen sobre los hechos objetivos.
En esta era del fake news y los argumentos de la posverdad, los asesores de Rogelio, retoman la estrategia nacional de aseverar sin empacho, cosas falsas, crear suspicacias en la opinión pública.
En mi trayectoria como asesor de imagen pública, siempre he dicho que en una competencia política, el uso de campañas negras, no abonan al triunfo electoral.
Ante la ausencia de propuesta sólida, de proyectos factibles para el bienestar público, pelean con la diatriba, mientras el adversario avanza con poco o mucho trabajo, tangible.
La cuesta para ganar, la tienen muy forzada.
Tendrían que ganar un punto por día en la ascendiente, y esperar el milagro. El milagro que en campaña, su oponente vaya perdiendo puntos.
Por otro lado, ya armado el Frankenstein poliamoroso, queda el problema de deslizarlo sobre una estructura electoral que les asegure los votos en la urna.
Confían en que los priyistas, lo harán, pues hubo un día en que era una aplanadora.
Pero ya no.
Las pensiones al adulto mayor, las becas a los jóvenes, a las madres solteras y otros beneficios populares, sustituyeron la táctica de la torta y el refresco, y se robaron la estructura electoral.
El panismo está deshilachado, sin liderazgo.
Y los sondeos indican que los priyistas, aunque muy diezmados, nunca votarían por un panista.
Y menos con el coraje que le tienen a una gobernadora que no arregla nada, y siempre culpa a los demás.
En las intercampañas, los candidatos podrán acercarse a los círculos poblacionales y escuchar a sus posibles electores.
Podrán hacer reflexiones sobre el devenir político y social del momento, pero no podrán promover ni pedir el voto para sí o su partido.
Es cosa de unos días para el arranque.
Mientras tanto, traigan la capirotada.
CARTAPACIO
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