CON LICENCIA PARA MADREAR

Columna CARTAPACIO Por Raúl Ruiz

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Los tiempos cambian inexorablemente.

Hubo un tiempo en el que a La Prensa, se le reconocía como EL CUARTO PODER.

Se decía que era el ejecutivo, el Legislativo, el judicial, y… ¡LA PRENSA!

Era el equilibrio para la sociedad.

Hasta que cruzamos el umbral de la realidad virtual y nos instalamos en el submundo de la posverdad.

LA ERA DEL FAKE NEWS

O sea, la distorsión deliberada de la realidad, en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos.

Los que hoy se asisten con este instrumento para hacer “periodismo”, suponen que tienen LICENCIA PARA MADREAR, impunemente.

Su objetivo es influir en la opinión pública y moldear actitudes sociales. Y venden al mejor postor, el espacio de comunicación que representan, sin ápice de honestidad.

Madrazo tras madrazo.

La Real Academia Española define la posverdad como la idea de que “lo que parece ser verdad es más importante que la propia verdad”.

El término cobra relevancia recientemente, con las anteriores elecciones presidenciales en los Estados Unidos.

Sin embargo, su origen se remonta a principios de la década de 1990.

El dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich acuñó el término “post-truth” (posverdad en inglés) en 1992 en un artículo publicado en la revista The Nation.

En ese artículo, Tesich reflexionaba sobre el escándalo Irán-Contra y la guerra del Golfo Pérsico.

Desde entonces, la posverdad ha sido un tema relevante en la cultura política y se ha convertido en una característica distintiva de la política contemporánea.

El filósofo británico A.C. Grayling sugiere que la posverdad tiene sus raíces en la crisis económica de 2008, que generó resentimiento económico y exaltó las emociones en temas como la inmigración, sembrando dudas sobre los políticos.

Lo traigo a cuentas, porque usted debe saber que, la posverdad es un fenómeno complejo que afecta la percepción de la verdad y la realidad en la sociedad actual.

Lo he mencionado ya en varias entregas de Cartapacio, y lo consigno en mis dos libros más recientes titulados: ESCENARIOS 24.

El uso de la desinformación, obedece al interés de fuerzas obsesionadas con desestabilizar al gobierno de México a través de la estrategia ya muy conocida como GOLPE BLANDO.

Y más recientemente en Ciudad Juárez, para descarrilar la posibilidad de reelección del actual alcalde Cruz Pérez Cuéllar. Es una estrategia nacional de los llamados “conservadores”.

Golpes mediáticos manipuladores con una fuerte dosis de desinformación que se transforma en propaganda, para influir en la opinión pública y socavar la imagen del personaje target.

Las fake news y la difusión de información falsa se han convertido en herramientas clave en esta lucha política-electoral.

No sería extraño que más adelante seamos testigos de, la proliferación de ciberataques y la guerra psicológica como parte de esta estrategia destructiva.

¿Hay vacuna contra el golpeteo político? ¿Hay forma de revertir el daño que causa la desinformación?

Sí lo hay. Para todo veneno hay un contraveneno.

Mientras se convence a los legisladores en trabajar un poco en regular, tanto los medios tradicionales como los digitales, se pueden hacer varias acciones de protección, contención, y contraataque.

Hay formas de prevención y propagación de la desinformación y modos para evitar los golpes mediáticos que amenazan la estabilidad de los afectados.

De entrada, se requiere una respuesta informada y legitimada por la sociedad y las instituciones.

Los golpes mediáticos son una realidad compleja y multifacética que requiere armar equipos de contención y comunicación transparente y veraz.

Pero esa, como diría La Nana Goya… esa es otra historia.

Para más consejos, síganme en xpressnews.mx, ¿OK?

Voy por mi capirotada que estamos en cuaresma.

CARTAPACIO

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