A Nicole Evans le diagnosticaron menopausia prematura a los 30 años. Evans escribe para BBC 100 Mujeres sobre el impacto de la infertilidad y sobre cómo asimiló el diagnóstico.
Desde hacía un par de años mi menstruación era menos abundante, pero cuando se lo mencioné al personal sanitario de Nueva Zelanda, mi país, lo achacaron a un efecto natural de la píldora. Cuando un mes no me vino la regla, fui al médico emocionada porque pensaba que estaría embarazada. Me había casado un año antes y acabábamos de empezar a hablar de tener un bebé.
Pero la prueba de embarazo dio negativo. Mi doctora me hizo un análisis de sangre y me citó a otra visita para explicarme que mis niveles hormonales no eran normales. Me derivó a un especialista en hormonas y me diagnosticaron menopausia prematura. No sabía que los ovarios podían dejar de funcionar a esta edad, fue un shock increíble.
El feminismo de hoy nos dice que podemos tenerlo todo y que deberíamos quererlo todo, con nuestras condiciones y nuestros ritmos. Pero el coste que pagamos por esta mentira cuando las circunstancias interfieren en el camino que habíamos planeado es muy alto.
Creo que las personas famosas tienen mucho que ver en cuanto a la concienciación sobre la fertilidad. Cuando se infiere erróneamente que la fertilidad de una mujer es, directa o indirectamente, algo que existe fácilmente hasta pasados los 50 años, es fácil desoír las señales de que puede haber problemas. No tenía ni idea de que, en general, la fertilidad de una mujer empieza a disminuir a los 30 años.
Decidimos hacer un ciclo de fertilización in vitro con una donante de óvulos, una amiga maravillosa. Nos sentíamos muy optimistas y esperábamos que fuera la respuesta a todos nuestros problemas. Sin embargo, terminamos con un solo embrión viable para transferir y no acabó en embarazo. Fue muy triste para todos los que estábamos involucrados.
Un año después, otra amiga se ofreció a ayudarnos, pero esta vez yo tenía muchas dudas. Se trataba del último ciclo financiado por el gobierno, y psicológicamente me sentí más segura durante el tratamiento. Cuando estás en medio de un tratamiento de fertilidad, puede resultar muy difícil incluso salir por la puerta cada mañana.
Pero decidimos apostar por el segundo ciclo porque tenía 32 años. El tiempo corría.
¿Qué es la menopausia?
La menopausia es la etapa biológica en la vida de una mujer que empieza cuando deja de tener períodos menstruales
Los períodos pueden ser menos frecuentes durante meses o años antes de la menopausia
Otros síntomas son sofocos, falta de concentración, dolores de cabeza, ansiedad, reducción del deseo sexual y dificultad para dormir
La menopausia generalmente se da entre los 45 y los 55 años de edad
Aproximadamente una de cada 100 mujeres menores de 40 años tiene menopausia prematura, también conocida como insuficiencia ovárica prematura
Lamentablemente, las dos implantaciones de embriones de ese ciclo tampoco se convirtieron en embarazos, y no contábamos con los recursos financieros ni emocionales para invertir en un tercer ciclo.
No pude considerar la adopción. Tras haber pasado por un tratamiento físico, tendría que comenzar otra intervención (sobre nuestra relación, trabajo, vida familiar, finanzas) como parte de un agotador proceso. Por supuesto, entendía por qué era necesario, pero no me veía capaz de afrontarlo después del trauma que ya había experimentado.
Toqué fondo. La angustia emocional por la pérdida de nuestros potenciales hijos seguía ahí, por mucho que racionalmente intentásemos superarla. Y esta angustia la sentí hasta una noche en particular. Había estado con una amiga y su recién nacido, y después de que se fuesen noté que el deseo de tener un bebé había desaparecido. Sencillamente, se había esfumado.
No podría explicarlo de otra manera: creo que Dios me quitó ese anhelo profundo del corazón. Y, si miro hacia atrás, ahora sé que es porque tenía algo mejor planeado para mí: una relación más estrecha con él.
Parece que un gran número de médicos desconocen la menopausia prematura. He hablado con muchas mujeres en el grupo de apoyo que dirijo que, cuando le informan al médico de que sus períodos se volvieron irregulares, como mucho las derivan a especialistas después de una demora.
Estoy en terapia hormonal sustitutiva desde que me diagnosticaron. Estoy muy agradecida por este tratamiento, porque incluso ya entrada en los 40 años, como ahora, es muy difícil hablar de los sofocos, el mal humor y la niebla mental que acarrea la menopausia. Te sientes demasiado avergonzada a la hora de hablar.
No tener que comprar productos sanitarios cada mes es una ventaja. Pero me llevó un tiempo reconocer los aspectos positivos como este.
Creo que la cultura de Occidente, reacia al envejecimiento y a la adversidad, nos impide enfrentarnos bien a los procesos naturales de la vida. Nos especializamos tanto en distraernos de realidades difíciles, alimentándonos con mentiras reconfortantes, que tenemos una idea muy limitada de lo que hace que una vida sea verdaderamente satisfactoria.
La menopausia prematura puede haberme causado mucho dolor, pero también reveló el engaño de que la verdadera satisfacción se encuentra en la salud, la juventud y la perfección. Nuestro viaje por la infertilidad fue una crisis y tuvimos que reconstruir nuestro mundo desde cero, pero sin duda nos fortaleció tanto individualmente como en pareja.
Nos enseñó muchas lecciones: que nuestra verdadera identidad trasciende nuestras circunstancias; a pensar en las bendiciones que tenemos; a tener más compasión por los demás; y a acercarnos a la vida con la mente abierta, entre otras cosas. Puede que no lo tengamos todo, pero tenemos todo lo que necesitamos.