EMPODERAMIENTO Y MATERNIDAD

ESENCIA Y VOZ Por Karina Villegas

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En esta era del empoderamiento femenino, la maternidad ha dejado de ser solo un rol de cuidado para convertirse en un acto de resistencia y valentía. Hoy, ser madre implica mucho más que criar.

El empoderamiento femenino ha transformado muchas realidades. Ha derribado barreras, creado nuevas oportunidades y nos ha dado herramientas valiosas. Pero también nos ha llenado de nuevas exigencias. En México, el 30.4% de los hogares están encabezados por una mujer, y en su mayoría, esas mujeres también son madres eso significa que millones de mujeres no solo crían, también sostienen económicamente, organizan y acompañan. Esta cifra ha ido en aumento constante en los últimos 20 años. Es decir, cada vez más mujeres sostienen solas los hogares, mientras enfrentan condiciones laborales desiguales: ganan en promedio 13.8% menos que los hombres y son mayoría en la economía informal.

A esto se suma la carga invisible del trabajo no remunerado: las mujeres dedican en promedio 39.7 horas semanales a tareas del hogar y cuidado de personas, frente a 15.2 horas de los hombres. Este desbalance no solo suma horas de cansancio a nuestra rutina, si no revela la carga emocional que llevamos.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México se registraron 1,820,888 nacimientos durante 2023, lo que representó una disminución del 3.7% en comparación con el año anterior. Esta cifra refleja una tendencia decreciente en la natalidad nacional en la última década es el reflejo de la decisión consciente pero también del costo emocional y económico de ser madre hoy.

Además, la tasa de fecundidad en México cayó a 1.6 hijos por cada mujer en promedio en 2023, en contraste con el índice de 2.07 de 2018. Esta disminución es más pronunciada en áreas urbanas, donde la tasa fue de 1.44 hijos por mujer, mientras que en zonas rurales fue de 2.13. Clara señal de como las mujeres estamos decidiendo tener menos hijos o postergar la maternidad.

En la misma línea de reflexión sobre estos datos, en este mes en el que festejamos el día de las madres, quiero escribir desde ese lugar en el que vivimos muchas las que somos madres, empleadas, profesionistas, emprendedoras, estudiantes… y que a veces no sabemos si lo estamos haciendo bien o si simplemente estamos sobreviviendo.

En la actualidad la maternidad es un reto distinto. No porque antes fuera fácil, sino porque ahora, además de criar y cuidar, sentimos que debemos destacar, ser independientes, trabajar, liderar, alzar la voz. Y, en medio de todo eso, no perdernos a nosotras mismas ni a nuestra feminidad.

Yo soy madre. Y también soy una mujer que lucha, que cuestiona, que quiere más. Pero muchas veces me he sentido dividida entre dos mundos: el de la entrega total a mi hijo y el de mis sueños, mi crecimiento, mi identidad. Me he sentido culpable por no estar, por exigir, por ceder, por cansarme…

Hoy parece que ser “una buena madre” ya no basta; hay que ser madre y algo más. Aun así, seguimos amando con el cuerpo cansado, trabajando con el corazón en dos lugares, enseñando a nuestros hijos que el amor no está peleado con la fuerza. Que sí, podemos con todo, pero no por obligación… sino por elección.

Este Día de las Madres, celebro a todas esas mujeres que, a pesar de las cargas que enfrentan, siguen luchando por un mundo mejor para ellas y para sus hijos. Porque ser madre en estos tiempos no es solo un acto de amor; es un acto de resistencia, de lucha, de fuerza y, sobre todo, de valentía.

Porque ser madre también es resistir, también es revolucionar, también es empoderarse. Y eso —aunque a veces no se reconozca— también es feminismo.

¿Cuántas veces hemos callado nuestra propia voz por cumplir con la idea de lo que “debería ser” una madre? Tal vez hoy sea el momento de reconstruir esa idea… y hacerla nuestra. Sin culpas. Con amor. Con verdad.

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