En 2011, mientras caminaba con un amigo se rompió la extremidad, y a pesar de pasar varias veces por quirófano, la pierna no se curaba correctamente.
Fue en diciembre de 2017 cuando tomó la decisión de amputársela para “recuperar” su “vida”.
Un año después de aquella operación, Victoria explicó a la BBC que el hecho de ser capaz de completar una carrera la había hecho sentirse libre “por primera vez en años”.
“Este año he aprendido a caminar de nuevo, he experimentado nuevas sensaciones de nuevo y ha sido un periodo para tratar de superar las limitaciones que me impuse en el pasado”, dijo.
Victoria completó la carrera de Navidad Queen Elizabeth en Londres, que se celebró en el Parque Olímpico el pasado domingo.
“Llegué antepenúltima y me adelantaron casi todos los corredores de la carrera de 10 kilómetros, ¡pero lo conseguí! Mi objetivo era correr los 5 kilómetros en menos de una hora y lo hice en menos de 55 minutos”, contó Victoria.
Antes de someterse a la operación que le cambio la vida, Victoria, que trabaja para una compañía ferroviaria, explicó que no podía recordar la última vez que había dado un paso sin que le doliera.
El dolor fue lo que la llevó a tomar la decisión.
Durante los últimos años ni siquiera podía ir caminando al trabajo, pese a vivir a solo 15 minutos de la oficina, porque el dolor era demasiado grande.
“A pesar del dolor, la frustración y el agotamiento que he vivido desde la cirugía, no me he arrepentido ni por un segundo de haberlo hecho. Me siento libre por primera vez en años”.
Cuando Victoria planteó a su médico la idea de que le amputaran la pierna, el doctor le recomendó que meditara su decisión un mes antes de reunirse con el equipo que llevaría a cabo la cirugía.
Después de esto, además de contar con el apoyo de sus padres y de su hermana menor, tomó la decisión de someterse al procedimiento.
Y aunque no lamenta la amputación, tener una pierna prostética ha traído algunosproblemas con los que Victoria nunca pensó que tendría que lidiar.
“Una vez perdí el zapato”, explicó.
“Cuando llevas calzado sin cordones y caminas, tienes cierto agarre. Pero cuando tienes un pie falso no puedes hacerlo”.
Así que, ante este nuevo problema, Victoria ha puesto en marcha algunas imaginativas soluciones.
Una de ellas es colocar un calcetín hasta el final del zapato. De esta forma el pie ortopédico se sujeta y no puede caerse. Otra es la de usar Blu Tack, una masilla adhesiva que mantiene el zapato en el pie.
“Creo que estaba usando Blu Tack ese día y el pegamento no funcionó”, recuerda.
“Mientras caminaba, la gente me miraba extrañamente. ¡Miré hacia abajo y solo llevaba un zapato! No tenía ni idea de dónde estaba”, agregó Victoria.
Un año después, Victoria está bien y contenta con el progreso que ha logrado en los últimos 12 meses.
¿Pero qué le traerá el futuro?
“Esto es para el resto de mi vida. Sé que suena realmente estúpido, pero es raro. Me gustaría pensar que me casaré, tendré hijos y compraré una casa, pero no sé qué va a pasar”.
“Lo que sé es que no importa lo que haga, siempre seré una amputada haciéndolo”.