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Columna CARTAPACIO Por Raúl Ruiz

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El cerrojazo político de AMLO, se consignó ante un zócalo repleto de gente que coreaba, ¡presidente!, ¡presidente!

Las imágenes de la mañana de ayer, muy parecidas a las otras en las que Andrés Manuel, convocara al pueblo de México ahí mismo, en el zócalo de la CDMX.

Un formato diferente al tradicional recorrido de aquellos presidentes que al término de su kilométrico y agotador informe cargado de números, hacían desde San Lázaro, hasta el famoso besamanos, en Palacio Nacional, a bordo de un auto convertible, negro, saludando al pueblo; envuelto en confeti, muy al estilo norteamericano, con sus guardaespaldas corriendo a un lado del vehículo.

En el interior de Palacio, un templete, sobre el cual, el presidente, con la banda tricolor, terceada sobre el pecho, y acompañado por los diputados más cercanos a él, y algunos secretarios de Estado, recibían a la rancia clase política.

Lastimosas filas se hacían, para llegar a saludar al presidente.

Era un pase de lista obligado. Era el pasaporte al siguiente sexenio.

Hoy no escribo sobre su discurso, no queda mucho qué destacar, lo dijo tantas veces en la Mañanera, fue muy reiterativo en señalar, que “el pueblo es mucha pieza”; que los conservadores perdieron ante la Revolución de las Conciencias.

Reiteró también que…

“El poder sólo tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás”.

Y obviamente, que “30 millones de mexicanos se han beneficiado con los programas sociales.

Y todos los mexicanos por los mejores sueldos”.

Machacó en el detalle que en los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, los mexicanos éramos despojados y empobrecidos.

Insistió nuevamente en que deja la presidencia en las mejores manos, pues Claudia Sheinbaum, es muy inteligente, muy capaz, muy honesta y quiere mucho al pueblo mexicano.

Curiosamente vestida de azul. No un azul panucho, sino azul muy oscuro, ¡pero azul!

¿Serán señales hacia sus obligados aliados? Piensa mal y acertarás.

Sin duda, una gran cantidad de simpatizantes lo acompañó al presidente en esta despedida. ¿Un millón? No lo sé, pero sí llenó la plancha del zócalo y calles aledañas.

Muy emotiva su caminata desde el templete hasta las puertas de Palacio Nacional, para despedirse de la bandera nacional y la escolta presidencial.

Andrés Manuel, gobernó hasta el final de su mandato y se le respetó ese detalle aún a costa del coraje de nuestros vecinos del norte que siempre han estado detrás de las sucesiones presidenciales.

CARTAPACIO

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