Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa que alguna vez fue símbolo de soberanía energética nos recuerda el dicho de que: “los números no mienten”: PEMEX perdió 43,329 millones de pesos en el primer trimestre de 2025, un récord mundial en la industria petrolera.
A pesar de que el precio promedio de exportación del petróleo crudo se situó en 66.208 dólares por barril en enero de 2025, la empresa continúa en números rojos.
Pero lo verdaderamente escandaloso no es la cifra, sino el por qué. En 2018, extraer un barril de petróleo costaba aproximadamente 10 dólares. Para 2025, este costo se ha incrementado a 19 dólares por barril. Este aumento en los costos de extracción, combinado con una producción promedio de 1.615 millones de barriles diarios en el primer trimestre de 2025, por debajo de la meta gubernamental de 1.8 millones de barriles diarios, ha afectado significativamente las finanzas de la empresa. La respuesta es un cóctel de ideología, corrupción e ineptitud que ha convertido a la paraestatal en un hoyo negro de recursos públicos.
Y es que hay que señalar las tres heridas que sangran a PEMEX:
Las seis refinerías existentes en México operan entre el 38% (Tula) y el 55% de su capacidad, ninguna al 100%.
En lugar de optimizar estas instalaciones, se decidió construir un elefante blanco que es la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco. Inicialmente presupuestada en 8 mil millones de dólares, su costo final ascendió a 20,959 millones de dólares. A pesar de esta inversión, la refinería opera actualmente al 12.6% de su capacidad y tiene meses inactiva… con nómina completa.
El mito de la “soberanía energética”: Mientras México gasta en refinar gasolina cara, (que podría importar más barata), EE. UU. y Arabia Saudita dominan el mercado con eficiencia.
La Obsesión por lo Inútil
Priorizar refinación sobre exploración: PEMEX produce 1.3 millones de barriles diarios (500,000 menos que la meta de 2025).
Costos disparados: Extraer un barril cuesta 19 dólares (vs. 10 dólares en 2018), por falta de inversión en tecnología.
Deuda estratosférica: Pemex es considerada la petrolera más endeudada del mundo, con una deuda que supera los 2 billones de pesos (la más alta de cualquier petrolera estatal). Esta situación ha generado preocupación en la comunidad internacional, llevando a algunos inversores a reconsiderar su participación en la empresa.
Y súmele los pagos de intereses que devoran 30% del presupuesto anual.
El saqueo de Dos Bocas es corrupción con banderita tricolor: Sobreprecios, contratos a empresas fantasma y amigos de la familia ex – presidencial beneficiados.
Sindicatos y contratos chatarra: Pemex gasta 40% más en salarios y prestaciones que otras petroleras en el mundo, sin aumentar productividad.
Fugas millonarias: 18,000 millones de dólares en “combustible robado” entre 2018-2025 (equivalente a 3 veces el presupuesto anual de Salud).
Y teniendo estos datos me pregunto: ¿Por qué no quiebra todavía?:
El gobierno inyecta dinero público (cada mexicano aporta en promedio 3,000 pesos anuales para mantenerlo a flote).
No hay auditorías reales: La Auditoría Superior de la Federación ha documentado irregularidades por 12,000 millones de dólares, pero nadie va a la cárcel.
Es un botín electoral: PEMEX sirve para pagar favores políticos, no para generar riqueza.
Conclusión: PEMEX es un barco que se hunde con todos adentro, México insiste en tener “la petrolera más ineficiente del mundo” por orgullo nacionalista. Mientras: EE.UU. y Canadá nos venden gasolina más barata de la que producimos. Noruega y Arabia Saudita usan su petróleo para crear fondos de pensiones; nosotros lo usamos para tapar corrupción.
El futuro energético es renovable, y PEMEX sigue anclado en los 70.
Pemex enfrenta desafíos significativos que requieren una revisión profunda de su estrategia operativa y financiera. Es esencial priorizar la eficiencia, la transparencia y la sostenibilidad para garantizar el futuro de la empresa y su contribución al desarrollo del país.
Si PEMEX fuera privada, habría quebrado en 2020 (o antes). Pero como es “patrimonio nacional”, todos pagamos su fracaso.
“¿Hasta cuándo seguiremos pagando por un símbolo de soberanía que solo beneficia a políticos y contratistas?” Sin duda, seguiremos pagando el Costoso orgullo de no aprender.
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