La tarea de compilar, notas, referencias, datos, para ofrecer a mis lectores un producto de análisis serio, con la más acercada percepción de la realidad, es constante y permanente.
La responsabilidad de asegurar las cosas con certeza comienza con la observación.
Y en materia política, los jugadores se mueven, rápida e inconteniblemente.
En nuestra aldea, el flujo de la política, no guarda estridencias, es fácil hacer un pronóstico cuando observas de cerca a los jugadores y adviertes su ruta, velocidad de desplazamiento y poder de tracción.
El caso del partido Verde, me parece un tema singular, en este ejercicio de arranque hacia las próximas elecciones.
Todos sabemos que en su afán por conseguir el poder, los participantes se afilian a un partido político que los acoja y entran en el tianguis de las conveniencias para sacar su tajada.
Hay unos que decidieron abrazar una ideología y permanecieron fieles a sus convicciones por décadas.
Pero ante la imposibilidad de ser tomados en cuenta, emigran a donde les den cobijo, sacrificando ideales, creencias y principios.
Hemos visto cómo han muerto las ideologías y ante esa pérdida, surge un fenómeno de traslación, al que se le denominó chapulineo, donde la praxis es la divisa de cambio, y los jugadores pueden desplazarse de un partido a otro sin importar la crítica o el señalamiento.
La lealtad se volvió laxa, pero la circunstancia los ha obligado a migrar en aras de la supervivencia.
En lo que va del milenio hemos visto el nacimiento de un nuevo partido que en menos de dos décadas absorbió casi por completo el poder en nuestro país.
Hemos visto morir al PRD, dejar en artículo mortis al PRI; y al PAN en peligro de extinción.
La circunstancia produce una dinámica de incertidumbre, de poca credibilidad, de vacilación, entre los seguidores, fans y militantes, que buscan ser seducidos por otras franquicias.
Y es aquí donde cobran fuerza, partidos que un día fueron satélites de los partidos gordos, y que sirvieron de comparsa.
Me refiero concretamente al Verde, al PT, y al Movimiento Ciudadano.
En esta metamorfosis, estos partidos pequeños han sufrido cambios también.
Se convirtieron en llave de paso. Y han sido utilizados sólo como vehículo de mudanza, mientras los protagonistas consiguen asentarse de lleno en otro organismo político.
Como el caso de Brenda Ríos, quien bajo el rubro de ‘ambientalista’, despoja del liderazgo a la sempiterna María Ávila y se apodera del Verde, para postularse a la gubernatura con ese logotipo.
Al que renuncia después, para unirse a Morena, donde consigue diputación local en la modalidad de plurinominal.
En capítulo ulterior desmenuzaré el caso de MC y PT, hoy me interesa comentar, cómo el Verde, a partir de la candidatura de Alejandro Pérez Cuéllar, y un grupo de candidatos, dejan momentáneamente de ser satélites de Morena, y se postulan libres de alianzas.
El Verde, pretende deslindarse del calificativo de partido rémora.
Un “partido rémora” es un término utilizado para describir a los partidos políticos que se adhieren a partidos más grandes y poderosos para sobrevivir y obtener beneficios.
Estos partidos suelen tener poca influencia por sí mismos y dependen de sus alianzas con partidos más grandes para mantener su registro y acceder a recursos públicos.
En el caso del Verde, arrancan ahora, con una nueva visión, y despliegan sus alas para volar por sí solos.
El triunfo de Alejandro en el O4 Federal, y el empuje de los candidatos verdes, no sólo les dio una holgada votación para sostener el registro en Chihuahua, sino que generó la confianza del Delegado nacional, Tavo Borunda, para entregar las riendas a Alex Pérez Escalante, hijo de Alejandro, quien a la sazón, fuera coordinador de su campaña, y con su nombramiento, reconstruir la franquicia, con una visión ganadora rumbo al 27.
Hay una nueva camada de políticos que no pueden ser acusados de chapulines, pues nunca han pertenecido a ningún partido.
Como Alex Pérez Escalante, quien se estrena como líder del Verde en la aldea, desde donde pretende hacer roncha para demostrar talento propio.
Un guerrero más del linaje Perezcuellar, al que le toca enarbolar el escudo de armas de la familia.
Para lo cual, se propuso no sólo remodelar la imagen del partido Verde, sino hacer una reingeniería completa.
En entrevista exclusiva para Cartapacio, me comenta que para lograr su propósito, comenzará por integrar un comité perrón.
Puro material humano comprometido con la gente.
Tiene un par de semanas de haber tomado protesta y va cobrando presencia pública con tres o cuatro programas de corte ambientalista y protección a los animales.
Y seguramente nos sorprenderá en breve con un plan muy definido de acercamiento político de cara a la ciudadanía.
“Tengo muy claro que para competir electoralmente, lo tenemos que hacer con una estructura propia. Y hemos comenzado a construirla.
En breve daré a conocer los nombres de quienes conformarán mi comité, y nos arrancamos directo al 27″. Me confió en exclusiva.
Mientras eso pasa, voy por un ponchecito con piquete. Feliz día de muertos.
CARTAPACIO
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