El clásico pavo navideño

Descubre por qué se come pavo en Navidad y de dónde proviene esta deliciosa tradición.

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En México se suelen consumir diversos platillos en la Navidad, pero hay uno que es el favorito de casi todos y que también se consume en todo el mundo y dicho platillo es el pavo. Pero ¿por qué se come pavo en Navidad y de dónde proviene esta tradición? Te contamos todo sobre esta deliciosa costumbre navideña.

¿Por qué se come pavo en Navidad?

El consumo de pavo en Navidad es una tradición que combina aspectos históricos, culturales y religiosos, consolidándose como un símbolo festivo en muchos países. Su origen remonta al contacto entre el Viejo y el Nuevo Mundo, cuando el pavo, un ave autóctona de América, fue llevado a Europa por los colonizadores españoles en el siglo XVI.

Su carne, considerada un manjar exótico, rápidamente ganó popularidad entre las clases altas, particularmente en Inglaterra y Francia, donde se servía en banquetes importantes.

En Inglaterra, el pavo comenzó a desplazar a otras carnes tradicionales, como el ganso o el cerdo, para las festividades navideñas. Este cambio fue favorecido por el tamaño del ave, que permitía alimentar a familias numerosas, y su sabor suave, ideal para recetas sofisticadas.

La popularización del pavo en las mesas navideñas británicas se atribuye en parte a la época victoriana, cuando las celebraciones navideñas se volvieron más estructuradas y orientadas hacia la familia, un enfoque promovido por escritores como Charles Dickens en Cuento de Navidad.

En América, el pavo ya tenía un lugar especial en las celebraciones gracias a su papel en el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Sin embargo, para la Navidad, su inclusión se reforzó con la influencia europea y la facilidad de su crianza.

En México y otros países de América Latina, el pavo, conocido también como guajolote, se adoptó como un plato principal navideño, fusionando recetas locales como el pavo en mole con tradiciones importadas.

La conexión religiosa también es significativa. La Navidad celebra el nacimiento de Jesús y, durante la Edad Media, se consolidó la práctica de preparar un banquete especial para conmemorar la fecha. El pavo, al ser una carne festiva y distinta a las consumidas combinadas, representaba el esfuerzo por ofrecer lo mejor en la mesa durante una ocasión especial.

Hoy en día, el pavo simboliza unión y abundancia, consolidando su lugar en el centro de la mesa navideña. Aunque su preparación varía según las regiones y culturas, desde recetas rellenas hasta estilos más contemporáneos, su presencia evoca tanto su rica historia como el espíritu de compartir que caracteriza la Navidad.

¿Cuál es la diferencia entre el pavo y el guajolote?

El pavo y el guajolote son aves de la misma especie, Meleagris gallopavo, pero presentan diferencias que van más allá de los nombres, las cuales están relacionadas con su entorno, crianza, y hasta su significado cultural en diferentes regiones.

El guajolote es el nombre con el que se conoce a esta ave en México y otras partes de América Latina, derivado del náhuatl huexolotl, que significa “gran monstruo”. Es una especie autóctona de Mesoamérica, domesticada desde tiempos prehispánicos y muy importante en la dieta y la cosmovisión de las culturas indígenas.

Por otro lado, el término “pavo” se usa principalmente en Europa y en América del Norte para referirse al mismo animal, sobre todo en su forma domesticada.

El guajolote suele criarse de manera tradicional o semisalvaje en patios o ranchos en México y América Central. Es más resistente, ya que ha evolucionado para adaptarse a climas y ambientes diversos. El pavo, en cambio, se asocia con una crianza industrializada en granjas modernas, particularmente en Estados Unidos y Europa, donde se ha seleccionado para alcanzar tamaños más grandes y carne más suave.

Los pavos criados industrialmente tienden a ser más grandes que los guajolotes criados de manera tradicional. La carne del pavo es más tierna y tiene un sabor más suave, adaptándose a las exigencias de los mercados internacionales. En cambio, el guajolote tiene un sabor más intenso y su carne es ligeramente más fibrosa, lo que lo hace ideal para platillos como el mole o los tamales en México.