Desde tiempos inmemorables uno a uno los adultos han fustigado a sus hijos con la pregunta más brutal que puede hacérsele a un niño: ¿Qué vas a ser cuando seas grande? Los pequeños —que en esa etapa de su vida solo piensan en divertirse y jugar, ya sea pateando un balón o a la casita con las muñecas— voltean a ver a sus padres con gesto serio. «¿Cuándo sea grande? ¡Qué importa! ¡Ya creceré! ¡Por lo pronto déjame disfrutar mi niñez!», parecieran decir con la mirada.
Esto me recuerda la historia de un buen amigo de la infancia. Lo que más deseaba era ser un superhéroe. Inventaba juegos en donde, con sus súper poderes, salvaba a otros de peligrosas situaciones. Sin embargo, su padre insistía en que de grande sería médico. «Mi hijo va a ser Doctor», decía con orgullo a sus amigos mientras el niño estaba cerca, para que éste le escuchara.
En una ocasión le dio a escoger entre dos regalos. Mientras le mostraba las cajas de los juguetes le dijo: «Elige uno de ellos». De un lado estaba un equipo médico con un estetoscopio, bata, botiquín y todo lo que usa un médico. Del otro lado había un carrito con una pequeña pista de carreras. Mi amigo eligió el carrito.
«Piénsalo bien», insistió el padre, «cuestan lo mismo, además éste tiene más piezas», le dijo señalando el equipo de médico. Su hijo no cambió de opinión.
En los últimos años el mercado laboral de la salud se fue saturando por la cantidad de egresados de la carrera de medicina en sus diferentes especialidades. Hasta que en fechas recientes miles de personas infectadas por coronavirus atestaron los hospitales en todo el mundo. El trabajo en las clínicas se incrementó y se tuvieron que redoblar esfuerzos. Los trabajadores de la salud estaban luchando contra esa terrible enfermedad día y noche. A causa del virus mortal con el que estaban tratando se les prohibió ir a sus hogares y fueron hospedados en hoteles por semanas. Como consecuencia del contacto con los enfermos, algunos médicos se contagiaron y varios murieron. La demanda de profesionales de la salud superó a la cantidad de médicos disponibles en todos los países y el sistema de salud colapsó. Ellos continuaron luchando como unos verdaderos héroes.
Al pasar los años mi amigo terminó una carrera en licenciatura y se casó. Con el tiempo nació su primer hijo. Mi amigo entonces procuró no influir en los deseos profesionales de su pequeño, pero conociendo el potencial de su niño se las ingenió para hacerle creer que podría conseguir todo lo que se propusiera.
Por supuesto que el sueño de mi amigo de ser un superhéroe nunca se realizó y con el tiempo le pareció un deseo muy infantil.
Hace poco me lo encontré en un centro comercial y me contó con orgullo que su hijo estaba estudiando medicina. Yo recordé la historia de su padre y no pude evitar preguntarle:
—¿Qué hubiera pasado si en lugar de elegir el carrito y la pista de carreras hubieras elegido el equipo médico?
Él se quedó pensando por un momento y de pronto se le iluminó la mirada.
—Si le hubiera hecho caso a mi padre, ahora sería Doctor —respondió—. ¡Y también un superhéroe!
Fabricio Avalos Lozano es un escritor y novelista mexicano. Su novela Xandra (2018) fue publicada por Editorial Letra Minúscula de España. La serie El Don —primera temporada— (2019) se publicó en el Blog de su sitio web.
¡Te invito a seguirme!
Website: https://www.fabricioavaloslozano.com/
Facebook: Facebook profile
LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/fabricioavaloslozano/
Instagram: https://www.instagram.com/fabricioavaloslozano/
Twitter: @fabricioavalosl
Pinterest: https://www.pinterest.com.mx/fabricioavaloslozano/
Blog: https://www.fabricioavaloslozano.com/blog-escritor
Libro Xandra: http://mybook.to/xandraebook