Por Claudia Vázquez Fuentes
Imparable. Es la palabra perfecta para definir la marea rosa que se dejará sentir en las próximas elecciones del 2021. Más allá de leyes y resoluciones en materia de inclusión, las mujeres arriban a la escena pública por derecho propio. Ganando los espacios con liderazgo, capacidad y perseverancia. Aquellos que quieran negar o peor aún, entorpecer el paso de las mujeres en la vida política no solo cometen un error, sino que se arriesgan a ser arrollados por una nueva realidad que ya no tiene marcha atrás.
Las elecciones del 2021, así como la integración de cabildos y gabinetes en estados y municipios en México en el 2021, será un hito en la lucha por una sociedad más libre e igualitaria. No solo es Chihuahua, en todo el país las mujeres levantan la mano y buscan romper techos de cristal que en ocasiones parecen hechos de concreto.
En estas elecciones, las mujeres serán protagonistas, dentro y fuera de los partidos políticos y esto ya no hay quien pueda detenerlo, es la suma de años de esfuerzo, de educación, de abrirse paso y de una imperiosa necesidad de cambiar la forma de hacer política.
La marea rosa llegó para quedarse. Han tenido que pasar más de 170 años desde que inició el movimiento sufragista femenino para que los derechos de participación y decisión política permeen en los países occidentales, una lucha que no ha sido ni fácil ni rápida y que no siempre ha sido entendida como el ejercicio de un derecho y no una imposición.
La política, al igual que la vida está hecha de momentos, y quien no entienda esto, corre el riesgo de quedarse fuera.
La participación política de la mujer se vuelve una imperiosa necesidad en la construcción de sociedades más igualitarias. Ya desde finales del siglo pasado se ha establecido la importancia de la educación de las niñas y la incorporación de las mujeres en ámbito laboral formal, como una forma muy eficaz para combatir la pobreza, reducir los conflictos y hasta frenar el cambio climático. A nivel internacional, la experiencia ha demostrado que, en las posiciones de liderazgo ocupadas por mujeres, los recursos se distribuyen de manera más justa y efectiva.
Aunque en México desde hace algunas décadas es más cada vez más común ver a mujeres a nivel directivo en todos los ámbitos sociales, es también cierto que, en números, la representación femenina se mantiene muy por debajo de los porcentajes de puestos de mando ocupados por hombres.
Cierto es que en la lucha por la presencia femenina en el ámbito político ha tenido diversos logros como es la Reforma Constitucional de Paridad de Género en los órganos del Estado desde el 2019 y el que actualmente en el Congreso de Diputados se cuenta con un 49 por ciento de representantes femeninas y en el Senado el 50 por ciento, lo cual constituye definitivamente un hito en la lucha de las mujeres, pero también es apenas un punto de partida para una auténtica transformación de las estructuras político y sociales.
Como lo es la resolución del INE en la cual se establece que los partidos políticos que participan en las elecciones del 2021 se deberá de postular al menos a siete mujeres en los 15 comicios en los que se renovarán gubernaturas, para ampliar la paridad de género. Resolución que por cierto, ya fue impugnada por el Senado, a través de su presidente Eduardo Ramírez, quien descarta que dicha impugnación sea un rasgo de misoginia, sino solo una defensa de facultades, ente la invasión en la que incurrió el INE al realizar un “incorrecto entendimiento” de la paridad transversal o de paridad al vulnerarse el orden jurídico nacional.
Pero más allá de los procesos jurídicos. Lo importante es transformar la oportunidad que presenta la discriminación positiva, a través de la paridad de género para arribar a espacios tradicionalmente vetados para ellas y que aún hoy siguen generando resistencias para ocupar cargos relevantes a nivel estatal y municipal. Como dato: Actualmente solo el 26 por ciento de los municipios en México están encabezados por mujeres electas.
Hay un paso ya ganado con la apertura de espacios, pero es solo eso, un paso para la plena integración de la mujer. Viene el reto de convencer y el más importante; gobernar.
Transformar el ejercicio de gobierno con cualidades y atributos que caracterizan a la mujer y que prácticamente han sido ocultado por las mismas mujeres que en su búsqueda de un espacio han debido de adoptar mucho del carácter y las formas masculinas.
Hoy las mujeres tenemos la oportunidad de crear nuevos liderazgos basados en la transparencia, la capacidad de resultados, pero sobre todo en las habilidades innatas de las mujeres; su cercanía, sentido de comunidad, sensibilidad y su perenne insistencia en la búsqueda de soluciones.
Esta es la mayor y mejor oportunidad para las mujeres de imprimir a la vida pública una mirada completamente femenina.
Claudia Vázquez Fuentes.