Sergio Arturo Duarte Méndez
Conecta Juárez
Ahora o nunca, los fantasmas y los demonios internos contra los que Cruz Azul ha luchado durante casi 24 años -desde la obtención de su último título en el Torneo Invierno 1997 sobre León- a raíz de una serie de derrotas increíbles originadas por errores inimaginables -como aquel remate al poste con la rodilla del colombiano Teófilo Gutiérrez contra el América en el 2013-, malas decisiones arbitrales o circunstancias poco comunes -como el gol de Alejandro Glaría con los testículos en el Invierno 1999- cuando todo indicaba que la corona era suya y que dio origen al verbo ‘cruzazulear’, morirán este domingo.
El cuadro cementero que no es campeón desde la citada batalla en que Carlos Hermosillo con la cara ensangrentada marcó un penal contra Ángel Comizzo, que ha caído en seis finales en el lapso de 1999 a 2018 y sólo ha levantado una vez la copa en los últimos 41 años, se vuelve a ver las caras en una batalla a ‘vencer o morir’ con los Guerreros del Santos Laguna, el ‘Caballo Negro’ de la Liguilla del Guardianes 2021.
A diferencia del duelo definitivo por el gallardete del Clausura 2008 que Santos ganó al cuadro azul con un global de 3-2, esta vez la historia y el desenlace serán distintos.
Bajo la dirección del peruano Juan Reynoso, un símbolo en la zaga de aquella escuadra monarca de 1997, el cuadro capitalino recompuso el camino luego de un par de derrotas en el arranque del torneo, se embaló y fue el equipo que mejor jugó durante el torneo regular y el liderato general fue producto de ello.
Si bien, Santos Laguna es un hueso duro de roer -en especial en casa- y vive un momento anímico importante luego que dejó en el camino al Monterrey en una llave en la que no era el favorito en cuartos de final y, después pasó en semifinales con autoridad sobre Puebla, mientras el Cruz Azul llegó a esta instancia con un sufrido y acalorado triunfo en la vuelta de la eliminatoria por la mínima diferencia a costa de los Tuzos del Pachuca (antes doblegó a Toluca), Reynoso y sus pupilos tienen la fórmula -aprendida como lección de las grandes frustraciones vividas-, un mejor equipo y mayor empaque que sus rivales para ahora sí, conquistar el gallardete.
Conocedor de la mística del club cementero y sabedor de las ansias de honor y gloria de sus jugadores y millones de aficionados en el país, Reynoso ha conducido con atino desde la zona técnica a La Máquina.
La escuadra posee un sólido y, a la vez, un vistoso juego de conjunto e individualidades muy importantes en sus diferentes líneas como Jesús Corona, Jonathan ‘Cabecita’ Rodríguez y Orbelín Pineda y si la ocasión lo amerita, no se desboca hacia el frente, pero como cazador furtivo espera el momento oportuno para atacar a su presa y terminar con ella.
Motivado al mil, el equipo a cargo del uruguayo Jorge Almada es liderado por los mediocampistas Diego Valdez y Fernando Gorriaran y que en sus filas aparece el delantero juarense Santiago René Muñoz y el portero local Héctor Holguín como arquero tres, tiene en la lucha, en el equilibrio, en el buen trato del balón y en el colectivo, más que en nombres o individualidades, su punto fuerte, virtudes que tratará de explotar esta noche en su cancha, en el juego de Ida de la última batalla para tomar ventaja en la eliminatoria.
Las cartas están puestas sobre la mesa en una final que luce atractiva y los ingredientes listos para que en honor a jugadores insignia como Christian ‘Chaco’ Giménez quien ahora por medio de su hijo Santiago tiene la posibilidad de festejar a lo grande, ‘La Máquina’ pite fuerte, se despoje de todas sus maldiciones -incluida la del Superlíder- y logre el tan anhelado título que se le ha escapado por prácticamente un cuarto de siglo.
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