Sergio Arturo Duarte Méndez
Conecta Juárez
Inadmisible e indignante, la violencia en el futbol mexicano de la Liga MX, una bomba de tiempo que en los últimos años dio varias e importantes señales de alerta, las cuales, en su momento fueron minimizadas y no atacadas de raíz, estalló el sábado anterior en el Estadio La Corregidora, en Querétaro, escenario del partido entre Querétaro y Atlas, inmueble que vivió y olió a muerte, en el sábado más triste y negro en la historia del balompié nacional, en el que la barbarie superó a la razón y al respeto a la vida.
La dimensión de lo vivido el fin de semana anterior en Querétaro roza el tamaño de la tragedia de Heysel, ocurrida el 29 de mayo de 1985, en Bruselas, Bélgica, donde 39 personas fallecieron en la final de la Copa de Europa entre Liverpool y Juventus de Italia, al quedar atrapadas en las vallas y gradas del inmueble, luego que aficionados del Liverpool empezaron a agredir a los del cuadro rival.
De confirmarse la cifra extraoficial de, al menos 17 muertos, la tragedia de La Corregidora superaría a la del Túnel 29, en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, sucedida el 26 de mayo de 1985, en el que ocho personas fallecieron -también atrapadas- en el duelo Pumas contra América.
Amparados en la masa, en la fuerza que brinda la colectividad y en el anonimato -porque el club Querétaro admitió ayer por medio de su presidente Gabriel Solares que no tiene plenamente identificados ni credencializados a cerca de 3 mil 500 personas-, una horda de criminales fuera de sí, armados y, tal vez, bajo los efectos de las drogas y el alcohol, integrantes de las llamadas ‘Barras Bravas’ (un concepto importado de Argentina y, que en el medio futbolístico nacional se atribuye a Andrés Fassi, exdirectivo de Tuzos del Pachuca), de los Gallos Blancos, atacaron y golpearon de manera inmisericorde, con gran saña, a los seguidores del Atlas.
La ‘Barra Brava’ de los Gallos tiene un largo historial de batallas campales como la que protagonizó en el 2019 contra los adeptos del San Luis en el Estadio Alfonso Lastras o frente a los mismos fans del Atlas en el 2013, en el capítulo dos de esta animadversión -que surgió en 2006-, en Guadalajara, Jalisco, tras caer ante los Rojinegros, descender y perder la categoría.
Tristemente, estos hechos no son privativos de la ‘Barra Brava’ del Querétaro, en el pasado reciente se han dado serios encontronazos en las tribunas o fuera de los estadios como Chivas contra Atlas, Santos versus Tigres, barras de Santos y Bravos en el estacionamiento del Estadio Olímpico Benito Juárez con piedras de por medio, el 20 de febrero del 2020 y, Chivas contra América en las gradas del Azteca, en el 2019, sólo por citar algunas.
La autoridad competente ‘solucionó’ el creciente problema con amenazas de vetos o vetos a los estadios y multas económicas a los clubes involucrados.
Así, dejó crecer al monstruo de mil cabezas en el que se convirtieron las ‘barras bravas’.
Hoy, extraoficialmente, ante la tibieza de Mikel Arriola, presidente de la Liga MX, según reportes de medios extranjeros como TeleSurTv.net decenas de seguidores del Atlas (al menos 17 adeptos a los Rojinegros) perdieron la vida de manera absurda y humillante, en una terrorífica tarde en la que, el derecho a la vida del ser humano fue violentado de manera abominable y asquerosa.
Tímido, muy tímido para afrontar la magnitud y gravedad de los sucesos y para tomar rápidas y trascendentales determinaciones de fondo como negar de una vez por todas la entrada a los estadios de las plazas del país con equipos de Liga MX, de Liga de Expansión y Liga Femenil, a estas ‘Barras Bravas’ que él -Arriola- inocentemente llama ‘Grupos de Animación’ -como ocurrió con los Hooligans en Inglaterra-, la misma Liga MX y el Gobierno de Querétaro a cargo de Mauricio Kuri no se atrevieron a dar el domingo una cifra de muertos bajo el argumento que no tenían un reporte oficial.
Los fatídicos hechos desnudaron la falta de capacidad y una seria omisión de responsabilidades de las instancias involucradas en la realización del juego, como el propio Club Querétaro (que de acuerdo con el propio presidente Solares contrató a 600 elementos para guardar el orden), la policía municipal de esa ciudad, la empresa de seguridad privada que, por su parte, habría contratado a personal sin experiencia y obviamente, la persona que abrió la puerta y dio paso a los seguidores de Gallos Blancos quienes iracundos fueron a buscar a los atlistas.
Justo en el momento en que la Liga MX cambió el slogan del Grita México por el Grita La Paz en el presente Clausura 2022, a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania, ocurre esta tragedia en la que evidentemente alguien falló, en un duelo de alto riesgo dado el antecedente del descenso del 2007, año en el que Atlas ganó a los Gallos Blancos -quienes ascendieron en 2006 tras derrotar al CF Indios-, la citada batalla.
Ante las irreparables pérdidas humanas y el luto que envuelve al futbol mexicano surgen varias preguntas:
¿Qué ocurrió en la junta de seguridad que la Liga MX organiza antes de cada partido? ¿por qué no se dio un cuidado especial a este tema -seguridad- si ambos clubes sabían del riesgo que implicaba el duelo? ¿por qué se contrató a un número tan bajo de elementos de seguridad? ¿por qué la policía en lugar de hablar por teléfono no actuó para tratar de controlar la situación y permitió la inhumana golpiza a los atlistas? ¿por qué integrantes del staff de Querétaro golpearon a los seguidores del equipo visitante?
¿Fue este un hecho premeditado y una trampa para fans de los Rojnegros? ¿Deben ser desafiliados los Gallos Blancos de la Liga MX?
¿Cuántos pleitos más como éste habrá que presenciar y cuántas muertes más que documentar para erradicar de una buena vez a las nefastas ‘Barras Bravas’ en los estadios del futbol mexicano?
La lección es costosa, altísimamente costosa dado que la vida no tiene precio y en un país como el nuestro en el que la memoria colectiva es muy corta, espero que los culpables sean castigados, que el 5 de marzo nunca se olvide y jamás, nunca jamás se repita.
Igualmente deseo que los presidentes de clubes y el propio Arriola tengan las agallas suficientes para regresar la paz al futbol y que los hombres, mujeres y niños puedan una vez más disfrutar a plenitud de un partido sin poner en riesgo su vida.