Inicio el mes celebrando mi cumpleaños número 49, llego a él viva, sana y en libertad. Libertad de movilidad para ir a donde me plazca. Con plena libertad de pensamiento y de palabra. Con total dominio y poder sobre mi persona; como la de dejarme consentir hoy con una buena botella de vino. Cosas tan sencillas y cotidianas que parecieran ser universales, pero que por desgracias no es así. Mahsa Amini, nunca pudo ejercer de la misma forma estos derechos, ni podrá ya crecer y realizar su vida.
Mahsa nació el 16 de septiembre del año 2000 en una provincia kurda y murió asesinada el día que cumplió los 22 años de edad. ¿Motivo? Haber nacido en el país de los Ayotolás, en el país de la teocracia, un país en el que las mujeres valen la mitad de lo que vale de un varón y esto no es una mera alusión literaria, sino que así lo establece el código civil. En caso de un accidente, un automovilista no duda entre matar a un hombre o una mujer, su responsabilidad en caso de homicidio involuntario le costará el doble si mata o hiere a un hombre.
Un país en el que las mujeres no tienen derechos cívicos elementales como divorciarse, elegir un trabajo o renunciar a él, salir de viaje sin la autorización de un miembro masculino de su familia, y en el que para heredar, solo tienen derecho a la mitad de lo recibido por los herederos masculinos.
Un país donde las mujeres pueden votar, pero deben hacerlo en compañía de un varón de la familia y donde no existe representación de ninguna mujer en ningún órgano de gobierno y de poder. Donde la ley solo reconoce al hombre como jefe de familia, misma ley que establece que la mujer debe obedecerle en todo, incluso en decidir si trabaja o no y de ser así, es el esposo quien elige el empleo y quien firma el contrato laboral.
Un país en el que las mujeres son completamente segregadas, tanto en centros de trabajo, instituciones educativas y centros de salud. Un mundo de mujeres y hombres separados, incluso en el transporte colectivo, en donde las mujeres deben viajar en la parte trasera de los autobuses. La segregación aplica a todos los espacios públicos, playas, piscinas, estadios, celebraciones.
A pesar de que, en la vida privada las mujeres en Irán pueden conducir, montar negocios e ir a la universidad y que hoy representan el 63% de los estudiantes universitarios, sus derechos civiles aún son casi inexistentes. Con cientos de espacios cerrados dentro de las mismas universidades donde tienen vetadas las ingenierías y solo se les permiten estudiar carreras que tengan que ver con el cuidado, la salud y la educación de niñas, niños y ancianos, es decir, carreras “más propias para mujeres”.
Cargando además la imposición de cubrir por completo su cabeza, así como de cualquier espacio de piel que asome más allá del rostro, perseguidas por el uso de maquillaje y con una absoluta prohibición de consumir cualquier bebida alcohólica.
Mahsa fue asesinada por agentes de la Policía de la Moral por no usar su hiyab correctamente (velo que cubre la cabeza y el pecho de las mujeres musulmanas y que deben usar en espacios públicos y al interior del hogar ante la presencia de personas no pertenecientes a su familia directa). La arrestaron la tarde del 15 de septiembre en las inmediaciones de una estación del metro en la ciudad de Teherán, bajo el argumento de no llevar bien sujeto el hiyab y mostrar una parte de su cabello, a pesar de que estaba con su hermano quien protestó e intentó evitar el arresto, fue llevada a un centro de detención donde le aseguraron a su hermano recibiría una “clase de orientación moral” y sería liberada en una hora.
Lo que pasó a continuación es una verdadera historia de horror. Tras dos horas de golpes, Mahsa sufrió un ataque cerebral y cardíaco, fue trasladada en coma a un hospital donde falleció al siguiente día, el día que cumpliría 22 años.
Su muerte ha desatado una ola de protestas incendiarias por todo el país, con las mujeres al frente, exigiendo justicia y reivindicando sus derechos. Dramáticas protestas y manifestaciones que están por llegar a las dos semanas mismas que se están convirtiendo en protestas mortales por la ferocidad con la que el gobierno intenta acallarlas y que al menos por hoy ha cobrado la vida de 84 personas, algunas de ellas menores de edad, cifra que pudiera ser aún mayor, pero que es difícil determinar en un régimen autoritario como el de Irán.
Protestas que acumulan cientos de heridos y un número indeterminado de personas detenidas. 46 ciudades que ha visto a mujeres llenas de rabia y dolor arrancarse los hiyabs e incendiarlos en las calles, cortarse o raparse el cabello, bajo el grito de: “zan, zendegi, azadi” (mujer, vida, libertad). Mujeres que protestan por la ignomiosa muerte de Mahsa en manos del Estado, que exigen una justicia que empiece por Mahsa y llegue a cada una de las mujeres, niñas y ancianas de Irán, una justicia que pase por el pleno ejercicio de algunos de sus derechos como es la autodeterminación en el uso del hiyab.
Al principio eran solo mujeres, mujeres en su mayoría jóvenes que han tenido acceso a la educación y al internet, pertenecientes a la generación milenial, pero casi de forma inmediata, las protestas se fueron nutriendo primero de hombres jóvenes que las apoyan, luego de ciudadanos cansados de la corrupción del gobierno, la mala economía y la mala conducción del país, de un gobierno conservador y represivo que alcanzó el poder mediante elecciones amañadas, iraníes que van por un profundo cambio de gobierno.
Irán vive hoy una movilización que ha logrado aglutinar diversos sectores económicos y sociales junto a las mujeres, clase media, estudiantes, profesores, hombres y mujeres trabajadoras, exigiendo un cambio profundo, el velo como símbolo de un país en el cual no existe la separación entre religión y Estado.
La respuesta por parte de las autoridades ha sido brutal, no solo a través del uso de gases lacrimógenos, perdigones de metal y disparos de armas de fuego, también con la detención y aislamiento ilegal de activistas, estudiantes, artistas y 28 periodistas. El gobierno ha prohibido prácticamente toda actividad informativa, la información que sale de Irán lo hace a cuenta gotas y de manera secreta, la Unidad de Inteligencia del Estado está en control de todos los medios en Irán.
Estas acciones de represión a los manifestantes han estado acompañadas de interrupciones casi totales de internet, cortes que se mantienen de manera intermitente, además de la caída de las redes sociales, así como grupos orquestadas por el gobierno de personas a favor del régimen teocrático quienes también agreden a los manifestantes.
Mientras que el presidente Ebrahim Raisi, ha declarado que habrá mano dura para aquellos enemigos del pueblo y acusa a Estados Unidos de estar de las protestas buscando desestabilizar su gobierno.
A pesar de que este es un movimiento legítimo, espontáneo y propio del pueblo que surgió por la indignación de la muerte de una joven a manos de la policía, solo por no llevar bien puesto el hiyab, llamar a este movimiento una revolución sería bastante iluso y lejos de la realidad.
Las posibilidades de que este movimiento de las mujeres en Irán perdure y logre modificar las condiciones de vida para ellas, está aún lejos de llegar. Irán ha vivido las últimas 5 décadas en medio de grandes estallidos sociales y violentas manifestaciones. La vía posible para obtener sus demandas es a través de la imposición, lo que no va a suceder ya que el poder del régimen es y en mucho superior al de hombres y mujeres armados con palos, bates y bombas molotov, o bien que el gobierno cediera a la principal exigencia de las mujeres, sobre la autodeterminación del uso del hiyab, lo cual por ahora es impensable en este gobierno ultra conservador y el poder que tiene los ayatolás, así que, a lo más, las protestas se irán apagando con los días.
Lo que estoy segura no se va a apagar ni a rendir es el sueño de millones de mujeres y hombres que aspiran y luchan por un país donde no existan ciudadanos en goce de plenos derechos mientras poco más de la mitad de la población apenas sea vista como poco más que seres humanos. Estoy segura que la luz de la búsqueda de la justicia y el reconocimiento total a la dignidad humana que se ha sembrado en mente y corazón de todos ellos germinará y dará frutos de libertad y de conciencia humana. Que la educación es única forma de transformar el futuro y que por hoy son miles de jóvenes mujeres las que están llenando las universidades y que será precisamente el conocimiento y la formación del espíritu lo que dará libertad y reconocimiento pleno a las mujeres.
Quizá no se logre hoy, pero se logrará mañana, porque sigo creyendo que las grandes transformaciones solo pueden darse mediante el ejercicio de la paz y no bajo el camino de la violencia. Mahsa ya no está aquí, pero su corta vida ha abierto un camino de: solidaridad, de empatía, de sed de justicia, de valentía, de auto reconocimiento y esperanza. Cae otro día en Irán y millones de mujeres dormirán atribuladas por la persecución, estigmatización y violencia a la que están siendo sometidas ellas, hermanas y amigas, pero también resueltas, con la mirada puesta en el día que habrán alcanzado eliminar al mal gobierno y recuperen la libertad para ser, para existir.
Por Claudia Vázquez Fuentes/Conectajuarez.com Analista Geopolítica. Maestra en Estudios Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona.