Una vez más las ilusiones de los aficionados mexicanos quedaron hechas pedazos, ya que la selección nacional mexicana de futbol fracasó nuevamente en su intento por avanzar al quinto partido, luego de ser eliminada por la siempre favorita selección brasileña.
La manera en como el equipo había llegado a este mundial no tenía a nadie seguros de cuál sería el resultado final del equipo de Juan Carlos Osorio en Moscú, ya que, a pesar de haber calificado como primer lugar de la CONCACAF, los resultados en torneos como Copa América o Copa Confederaciones, tenían a todos, incluyendo a los mismos jugadores con muchas dudas sobre el rendimiento del cuadro tricolor.
La manera en como iniciaron su participación en Rusia 2018 con un triunfo ante la poderosa selección alemana campeona de Brasil 2014 ilusionó a todos los aficionados, los hizo imaginarse “cosas chingonas” y creer, aunque solo por unos días, que éramos de los llamados favoritos a ser los nuevos campeones del mundo. Esa idea continuaba en las mentes de todo tras el triunfo de 2-1 sobre la selección de Corea del Sur; sin embargo, las dudas empezaron a surgir tras la derrota del cuadro azteca ante el combinado de Suecia por goleada de 3-0, situación que lo mandó al segundo lugar de su grupo.
A pesar de eso, la afición seguía ilusionada con avanzar a la siguiente ronda, ya que el fin de semana, Argentina con Lionel Messi y Portugal con Cristiano Ronaldo fueron eliminados, por lo que se esperaba la salida del otro grande. Neymar. Pero lo que sucedió en la cancha fue devastador, una vez más el equipo mexicano no pudo contener a la principal estrella de la verdeamarella y al final con un gol y asistencia del siempre exagerado Neymar, el equipo nacional fue eliminado de la competencia. Por siete mundiales nos hemos preguntado que ha salido mal, por siete mundiales nos hemos ilusionados, por siete mundiales hemos tenido las esperanzas puestas y por siete mundiales hemos sido decepcionados. Pero la culpa no es de los jugadores, ni del cuerpo técnico, la culpa no es de los federativos ni de los dueños de los equipos, la culpa es de los aficionados que seguimos creyendo, que seguimos apoyando, que seguimos ilusionándonos y la verdad es que, a pesar de los tragos amargos, de las lágrimas y de los malos momentos, seguiremos ilusionándonos, creyendo y por supuesto que seguiremos apoyando con la camiseta bien puesta.