En Juárez, donde las fronteras dividen y las violencias fracturan, el fútbol sigue siendo el lenguaje común que nos une.
Antes de los Bravos, Juárez vivió breves pero intensos romances futbolísticos: los indios (que en 2009 llevaron a la ciudad a Primera División) y las Cobras (equipo de ascenso que cultivó pasión en los 90). Ambos demostraron algo crucial: cuando Juárez tiene un equipo que la representa, la ciudad late al unísono. Hoy, los Bravos no solo heredan esa historia, sino que tienen la oportunidad —y la obligación— de convertirse en un proyecto social duradero.
El fútbol tiene un poder oculto: tiene la capacidad de hacer cohesión en una ciudad fragmentada, mire usted; en el Estadio Olímpico, empresarios y obreros, jóvenes de la Anapra y familias del Campestre comparten la misma tribuna. El fútbol es el único espacio donde Juárez deja de ser una colección de colonias para ser una comunidad.
Según un estudio de la UACJ en 2024 los partidos locales aumentan un 22% las interacciones positivas entre vecinos de zonas conflictivas.
Y esto es porque el fútbol puede y es un antídoto contra la violencia: Donde hay balón, hay esperanza: las colonias con ligas infantiles vinculadas a los Bravos reportan un 40% menos de reclutamiento por pandillas (DIF Municipal).
También hay que considerar que se genera una marca de ciudad en positivo ya que cada transmisión nacional del equipo es un comercial de 90 minutos para mostrar que Juárez es más que una ciudad golpeada por el crimen: Cd. Juárez es talento, pasión y resiliencia.
Hay muchas cosas por hacer y tenemos un deber pendiente: de la cancha a las políticas públicas. Los Bravos no pueden limitarse a vender playeras. Deben ser motores de cambio:
Alianza con escuelas: Crear academias en zonas marginadas (como hizo Pachuca con su modelo de formación).
Estadios como centros comunitarios: Que el Olímpico, el llamado por la tribuna “San Benito” albergue estructuras de impacto social los días que no hay partidos. Clínicas de futbol, clubes de ejercicio, mire la UACJ y la UACH tienen carreras de entrenamiento deportivo, les faltan espacios para desarrollar sus servicio social y prácticas profesionales.
Como le caería a la sociedad una verdadera sinergia entre FC Juárez y las universidades. Una explosión y exposición de talentos deportivos se generarían en esas instalaciones.
Presión constructiva al gobierno: Exigir junto a aficionados que se destine un porcentaje mínimo del presupuesto municipal a canchas seguras y alumbrado público en espacios deportivos. Mucho se está haciendo ya con los presupuestos participativos, pero como sociedad debemos unirnos aún más. La práctica del deporte, está comprobado, aleja a las juventudes de las drogas.
Tenemos ejemplos que inspiran y que nos pueden servir de espejo para ir más allá de la parte deportiva en FC Juárez, que tantas alegrías ya nos ha dado, mire, por ejemplo:
Athletic Bilbao (España): Usa su identidad vasca para fomentar cohesión en una región con conflictos históricos.
Seattle Sounders (EU): Vinculó su éxito a campañas de inclusión social, reduciendo personas sin hogar en un 15% cerca de su estadio.
Ejemplos tenemos varios alrededor del mundo, solo hay que buscarlos y tropicalizarlos en nuestra región.
Un gol por la ciudad. Los Bravos no son un entretenimiento: son una herramienta poderosa para reconstruir el tejido social. Si el club, los aficionados y el gobierno trabajan juntos, cada partido puede ser un paso para:
Reducir desigualdades (con deporte accesible).
Recuperar espacios públicos (convirtiendo terrenos baldíos en canchas).
Reescribir la narrativa de Juárez (de ciudad peligrosa a ciudad de oportunidades).
“En una metrópoli que a veces parece rota, los Bravos tienen la pelota para ayudarnos a remendarnos. Que no se conviertan en un equipo de fútbol más: que sean el equipo que Juárez merece.”
El trabajo es mucho, no podemos dejarle todo al equipo, pero como sociedad debemos aprovechar el tener un equipo en primera división, para que ellos puedan ser un verdadero trabajo de cohesión social, la sociedad juarense debe unírseles, debe apoyarlos, debe alentarlos y exigirles ser el equipo que represente dignamente nuestra querida ciudad.
“Si el gobierno no une a Juárez, que lo hagan los Bravos.”
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