Espacios domésticos transformados en arte

Plǝt- es un espacio independiente dentro de una vivienda en uno de los mejores barrios de Ámsterdam

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El espacio doméstico lleva décadas siendo uno de los lugares de ensayo preferidos para estirar la idea de exposición y de espacio artístico. Es el caso de Plat-, el salón de una casa en Ámsterdam donde se hacen exposiciones de arte contemporáneo. Está en un barrio alejado del centro turístico, el Oud-West, al final de Kanaalstraat y cerca de Vondelpark, y la gestionan Diego Diez y Dieuwertje Hehewerth, dos artistas y gestores que se conocieron estudiando en la Gerrit Rietveld Academie de Ámsterdam. Él es de Madrid y ella de Nueva Zelanda y juntos buscaban una alternativa de aprender sobre arte que pudiera ofrecer una perspectiva diferente de lo que estábamos aprendiendo en la escuela. Así nació Plǝt-, entre la necesidad y el deseo, y bajo un esquema básico: una sala de estar convertida en sala de exposiciones, un enfoque especial en la pintura, una mirada a artistas internacionales, un programa paralelo en relación a cada exposición y documentación escrita desde la perspectiva del inquilino. El objetivo: explorar qué es el arte contemporáneo y cómo funciona en el momento presente.

Plǝt- es una sala de exposiciones, pero también una forma de pensar. Organizado al margen del corsé institucional y de los vaivenes del mercado, proyectos como este trabajan de manera eficaz en la construcción de un contexto cultural sin jerarquías, donde la audiencia aporta tanto como los responsables del espacio. Por eso es tan importante aquí la idea de conversación que lleva a entender este espacio independiente como un lugar social alternativo. Hasta la conversación más abstracta se encuentra envuelta de algún modo por la exposición en la que se lleva a cabo. Y todo suma, como en el nombre. Fonéticamente, plat significa plano en holandés y recuerda al flat (piso) inglés. La letra ǝ es lo que se conoce en lingüística y fonética como schwa y representa el sonido que realizamos con la boca sin obstrucción alguna de la lengua o labios y que se podría entender como un ah. Esta letra también tiene un toque pictórico, ya que está más cerca del símbolo que a lo que entendemos como letras, haciendo referencia al campo de la imagen y, por lo tanto, el arte y la pintura. Además, Plǝt- tiene un guión al final, que puede ser el inicio de otra palabra como platform, como algo que puede cambiar y que tiene un final abierto a más posibilidades que las que están decididas de antemano. De todo eso hablamos con ellos.

Solemos hablar mucho de exposiciones y artistas, pero no tanto de la función del arte. En una época de consumo rápido y cada vez más virtual, ¿cuál diríais que es?

Igual que nuestra comprensión personal del arte permanece en movimiento, también lo hace nuestra opinión sobre su función. En Plǝt- el arte nos permite dedicar tiempo a algo que quizás no sea necesario y ralentiza el ritmo que impone la sociedad actual. Nos encanta cómo sumergirse en la práctica de un artista puede exhibir simultáneamente una perspectiva personal y un panorama político, o simplemente una falta de sentido o interés, e incluso una investigación extremadamente minuciosa sobre el detalle más pequeño y absurdo del mundo. Puede ser un campo difícil de navegar, pero, ¿cuál no lo es?

¿Cuál es vuestra forma de entender el arte contemporáneo?

Esa fue una de las preguntas clave que nos motivaron a comenzar Plǝt-. Entre los dos tenemos un espectro de saberes y confusiones, y juntos esperamos expandir y profundizar nuestra forma de pensar. Plǝt- exhibe y explora el arte contemporáneo públicamente, pero también está muy basado en una práctica insistente de escribir cartas entre nosotros, donde postulamos nuestras ideas hasta alcanzar nuevos o diferentes puntos de vista. Esta práctica se filtra a través de las ‘reflexiones’ en nuestro sitio web, donde publicamos resúmenes personales de eventos, exposiciones y experiencias diarias con la exposición.

¿Cómo se inserta en el contexto artístico de la ciudad?

Otra razón de pone en marcha Plǝt- fue la sensación que teníamos de que Ámsterdam carecía de espacios de arte independientes. Sin embargo, al igual que el fenómeno de caminar en público solo para notar que todos usamos los mismos zapatos, tan pronto empezamos nos dimos cuenta de los otros espacios que nos rodeaban. Desde entonces, hemos estado investigando espacios e iniciativas de arte independientes, llevándonos a Berlín, Londres, Madrid, París o Roma, y a través de esta investigación nos hemos dado cuenta cada vez más de lo efímeros que son estos espacios que a menudo viven solo pocos años. Visto desde esa perspectiva, aunque Plǝt- se formó como respuesta al contexto de Ámsterdam, también contribuye de una manera mucho más general: ha llenado agujeros hechos por lugares que cerraron y será reemplazado por nuevas iniciativas una vez que nos encontremos incapaces de continuar. Defendemos firmemente a las personas que comienzan sus propias iniciativas y espacios. No se trata de empezar la propuesta perfecta, sino de hacer lo posible con los medios, la energía y el tiempo disponibles. Cada iniciativa cuenta, y cuanto más hay en una ciudad, más diverso es el contexto allí.

Y ¿cómo es el contexto artístico allí?

El contexto de los Países Bajos es muy rico y activo, siendo un campo de juego perfecto para probar cosas. Existen plataformas y oportunidades de conseguir apoyo financiero, tanto para artistas como para otros agentes en el campo del arte y consigue mantenerse como un contexto bastante pequeño. Los proyectos que vemos que suceden aquí se presentan de manera muy profesional y a menudo son muy ‘caseros’: se realizan en estudios de artistas o apartamentos que se vacían para una exposición. Esta actitud se siente menos en España, aunque espacios como Yaby y Salón en Madrid o Halfhouse y Passatge en Barcelona lo han hecho con mucho éxito, y esperamos que sirvan como precursores de futuras iniciativas.

Hablando de dinero, ¿cómo se financia el proyecto?

-Bromeando identificamos Plǝt- como una organización en la que ‘perdemos’ dinero. Está financiado predominantemente por nuestros ingresos personales que, como recién graduados, significa que se ejecuta en casi nada, aunque las soluciones siempre han llegado en formas maravillosamente inesperadas. Solicitamos ayudas cunado podemos y aceptamos todo el apoyo que se nos ofrece. Por ahora, estamos esencialmente impulsados por la buena voluntad y la frugalidad.

¿No contribuye eso a los males del trabajo en arte?

Nuestro mayor arrepentimiento de trabajar de la manera en lo que hacemos es que significa que perpetuamos la explotación poco saludable de artistas, diseñadores gráficos que termina trabajando gratis, por diversión o por experiencia. El trabajo que hacemos enriquece significativamente nuestras ciudades y esto puede y debería ser reconocido. La mayoría de las veces, nosotros, como coordinadores, debemos invertir nuestro dinero para recibir apoyo, ya que las ayudas no suelen cubrir el 100% de lo que hace que sea una vez más imposible considerar este trabajo como una fuente de ingresos. Por lo que tenemos que decir que no podemos vivir del arte. Nuestra respuesta inmediata es que no nos importa, gestionamos y disfrutamos lo que hacemos, pero debemos ser conscientes de que esta actitud no sólo socava nuestro propio trabajo, sino que también permite y aprueba la explotación perpetua de nuestros compañeros y colegas.

Centrarse en un formato concreto, como la pintura, ¿ayuda a singularizaros?

Nos permite centrarnos y tener un programa y perfil específico durante nuestro primer año. Además, su posición polémica como medio contemporáneo también nos intriga. A menudo, los espacios independientes evitan la pintura, por lo que nos llevó a mirarla a conciencia. Ahora, en nuestro segundo año, el objetivo es construir un programa que surja de la pintura, en lugar de centrarnos en ella.

Habláis del trato coloquial como un valor desde el que trabajar. ¿No lo hay en el contexto del arte?

Nosotros queríamos jugar con esta idea: tener la experiencia de trabajar con cada elemento que configura la forma de presentar arte y cuestionar cómo funcionaría cada uno de una manera más coloquial o cercana. Creemos que la subjetividad es una forma extremadamente funcional de presentar el arte, alejándose de las declaraciones ‘objetivas’ y generales que dictan cómo deben experimentarse y qué es. Al comunicarnos de modo informal, nos sentimos capaces de publicar honestamente, postulando ideas en lugar de exponerlas.

¿Cómo hacer que esas ideas tengan un impacto social real?

Todavía estamos trabajando en cómo interactuar más con la ciudad y, quizás, paradójicamente, es en proyectos externos donde lo hemos logrado mejor. Un ejemplo sería nuestra participación en Supersimétrica (Madrid, 2018), donde invitamos a siete artistas a imprimir una obra en baraja de cartas. Luego se instalaron en la Casa del Reloj donde las personas mayores pueden interactuar con el arte contemporáneo desde su espacio recreativo habitual. El arte contemporáneo puede ser difícil porque no suele seguir estrategias comerciales de seducción y fácil absorción. Ofrecer diferentes formas de entender la obra a través de las conversaciones o eventos puede abrir el trabajo a algunas personas para quienes de otra manera podrían haber permanecido cerradas. Si logramos esto para una persona más allá de nosotros mismos, ya estamos bastante felices.